Por: Berta Tuñón Centella
12 octubre de 2015
El 27 de septiembre de este año marcó un punto de partida en la vida quienes obtuvimos información científica gratuita al ver el eclipse de la luna roja guiado por la Asociación Panameña de Aficionados a la Astronomía (A.P.A.A.). En lo particular, tuve sensación de pequeñez humana al ver la inmensidad de la luna, sus múltiples cráteres y sus océanos. Todavía al redactar estas líneas no encuentro adjetivos que describan las expresiones de asombro en las caritas de los niños que veían aquel espectáculo natural. El entusiasmo general por ver una y otra vez las fases del eclipse desde los diferentes telescopios fue inconmensurable. Confieso que esa noche fue una de las pocas veces que sentí en otros aquella ansiedad infantil entre adultos y pequeños con sed de conocimiento científico y esperando su turno ordenadamente para observar nuestro satélite. Es refrescante saber que en Panamá sí hay opciones de eventos culturales-científicos abiertos a toda persona con curiosidad suficiente para tomarse el tiempo de observar, disfrutar, aprender y compartir.
Lo interesante de toda la experiencia fue ver la organización de los miembros de la A.P.A.A. quienes llevaron sus costosos telescopios, parlantes para explicar en un lenguaje muy sencillo todo el fenómeno, e incluso agua embotellada para los espectadores.
Aprendimos sobre constelaciones, alineaciones, el por qué de estos eventos, datos históricos de manipulación social que rodearon a los eclipses a inicios del siglo pasado, la periodicidad con la que son visibles en otras partes del mundo, y otra serie de datos que se gozan más cuando se observan en vivo.
Esa misma noche la A.P.A.A. nos invitó a todos a la presentación del Sr. Diego Ríos Barba el 8 de octubre en la Universidad Tecnológica de Panamá y movida por la curiosidad llegué a la cita acompañada de mi sobrino de 17 años. Para nuestra sorpresa, el orador de fondo en la presentación de Astronomía, resultó ser un pequeñín de 7 años que cursa el 2do grado en la escuela primaria. A todos los novatos en conocimiento astronómico nos dejó atónitos con su facilidad para explicar sistemas complejos de movimientos planetarios, quásares, nuestra galaxia vecina llamada Andrómeda, agujeros negros, medición de años luces, muertes de estrellas súper novas; aprendimos que dentro del sol que vemos a diario caben un millón de planetas Tierra, recordamos que Venus gira en sentido contrario al resto de los planetas, que Urano gira volteado en ángulo vertical de 90 grados y que el 28 de septiembre de este año se descubrió que en Marte hay agua líquida y fluida. Mi sobrino y yo estábamos embebidos en la totalidad de la información que recibíamos de Diego, quien llegó preparado para su presentación y que con su naturalidad, dinamismo, entusiasmo y agudo sentido del humor nos mantuvo 100% receptivos a un discernimiento con un formato tan entretenido y fácilmente digerible que nos dejó un sabor de boca muy agradable y mucho más fascinados por la Ciencia. 'Siento que todo fue muy sorpresivo, todo es nuevo, todo es fácil de entender' me dijo mi sobrino al terminar la ponencia de Diego Fernando.
La noche que conocí a Diego supe que hay un grupo de panameños y extranjeros que aman tanto su vocación por difundir la docencia científica en nuestro país, que donan su tiempo y sus equipos a todas las escuelas donde son invitados. Cualquier colegio particular o público puede contar con la docencia en palabras de a centavo para estudiantes de cualquier grado. También me enteré que la A.P.A.A. es una organización no gubernamental por lo tanto, todos los donativos son deducibles de impuestos y están dirigidos al sostenimiento y difusión de la astronomía.
Esa noche también entendí que hay más telescopios apasionados que observatorios en el mundo y que para comprender la astronomía nadie necesita ser un experto en matemáticas; es sólo cuestión de curiosidad. La A.P.A.A. ha encendido esa chispa en varios jóvenes panameños que han sido ganadores de premios y hoy día se encuentran en Taiwán y Estados Unidos haciendo carreras de astronomía. Son éstos mismos panameños quienes ya tienen en sus manos la oportunidad de transformar la humanidad con sus conocimientos.
Massimo Commendatore, uno de los miembros, me comentó que la misión de la fundación es expandir el conocimiento del universo de forma gratuita, están enfocados en la juventud, asisten a cuantas ferias escolares sean invitados, espontáneamente se han trasladado a recónditas escuelas públicas de nuestra campiña para mostrarle a nuestros niños las estrellas que están más allá de lo aparente. Me llamó la atención cuando Massimo me hizo hincapié en que para entender la astronomía no hace falta tener dinero ni equipos.
El apoyo a la Ciencia es un mecanismo para crear una generación de panameños más coherentes, conscientes y con otredad suficiente para ayudar al prójimo. Se me estremeció el alma al saber que este grupo de científicos y filántropos todavía no tiene una sede para las reuniones gratuitas que brindan dos veces al mes, que tras 32 años siguen trabajando con las uñas y que en ocasiones deben pagar las salas privadas de restaurantes para difundir el conocimiento sin costo alguno.
La noche que conocí a Diego concluí que así mismo como ocurrió el Big Bang, de adentro hacia afuera, también se producen explosiones en nuestras vidas que conllevan a movimientos en nuestras consciencias bajo un aparente caos, pero que luego el tiempo se encarga de alinearnos en una constelación perfecta y poco a poco sin darnos cuenta, nos transformamos en luz.
Referencias de interés: