Un retrete caliente no es una idea especialmente agradable para la mayoría de la gente, pues suele indicar que acaba de ser ocupado por otra persona.
Y girarte a un lado cuando estás sentado en el inodoro y que no haya papel higiénico, solo paredes lisas y un control remoto, puede parecer algo infernal.
Pero el control remoto del que estamos hablando tiene opciones de lavado y secado.
Le das a un botón, y un brazo robótico se desliza por debajo de ti y te ofrece una variedad de chorros de agua a distintas velocidades y ángulos, seguido de aire caliente al final.
Cuando te levantas, el escusado cierra su tapa, tira de la cadena y se limpia usando luces ultravioleta.
La serie Toto Actilite con Washlet (la mano robótica de lavado) cuesta unos US$12.500.
Es una marca japonesa, pero desde que en 2009 abrió sus oficinas en Londres, Reino Unido, ha tratado de abrirse al mercado europeo, y tiene muchos competidores.
Puede que ahora sean un lujo, pero estos retretes de alta tecnología podrían un día mejorar el cuidado sanitario en todo el mundo.
Tal vez te preocupe que un robot se acerque a tus partes más íntimas, pero Floyd Case, director para Reino Unido de Toto Europe, dice que no hay nada que temer.
'No es como un lavado de autos. Cuando te sientas, hay un sensor que detecta que estás ahí', me cuenta.
'En todo caso, notas que el asiento está caliente, lo cual es agradable, y que el desodorante funciona, por lo que huele bien'.
'Si quieres lavarte, tienes un control remoto con dos opciones: lavado trasero o frontal, el cual a veces se llama 'lavado para mujeres'', explica.
La varilla de robot sale entonces de su cámara cerrada y libera un espray de 'unas 70 gotitas de agua por segundo'.
'Puedes ajustar su posición, la intensidad del agua y, por supuesto, la temperatura. También hay una función de secado para disparar agua caliente', dice Case.
Además, es muy higiénico.
La cadena 'electroliza' el agua, lo cual genera sales disueltas para producir una solución ligeramente ácida que matará las bacterias.
Además, contiene luces ultravioleta que se activan cuando la tapa está cerrada, lo cual interactúa con una 'superficie fotocatalítica' en el recipiente de cerámica para deshacer cualquier cosa biodegradable.