'Me he pasado toda la vida leyendo sobre las serpientes, buscándolas... empecé a tenerlas como mascotas cuando tenía 6 años', le cuenta Steve Ludwin a la BBC.
'Mi padre me llevó al serpentario de Miami y allí vi a Bill Haast, el primer occidental que empezó a inyectarse veneno de serpiente', continúa.
Haast era un entusiasta de las serpientes que creía que el veneno de estos animales tiene propiedades curativas y por eso se lo inyectaba en la sangre.
'Siendo niño la idea me impactó mucho. Dije ¡guau! y me quedé con esa historia', recuerda.
'Y cuando tenía 17 años tuve un momento en que se me iluminó la bombilla y decidí hacer lo mismo que él. Voy a copiarlo', recuerda.
Hoy, Steve lleva casi 30 años inyectándose veneno.
Una colección en casa
Steve tiene su propia colección de serpientes, de las que extrae regularmente su veneno sujetando cuidadosamente la cabeza de los reptiles mientras estos muerden un vaso cubierto con un plástico transparente.
'Es muy doloroso y no le causa dolor a las serpientes', describe Steve.
El veneno particular que extrajo frente a las cámaras de la BBC es una hemotoxina, afecta a la sangre.
Estas toxinas destruyen los glóbulos rojos de la sangre y pueden causar daños generalizados en los tejidos y en los órganos.
Las heridas por una sustancia hemotóxica suelen ser dolorosas e incluso cuando se aplica un tratamiento inmediato las personas que las sufren pueden tener daños permanentes o sufrir la amputación del miembro afectado.
También puede ser fatal.
Pero Steve, se inyecta a sí mismo un poco de ese veneno.
Primero Steve se pone el veneno sobre la piel y después utiliza una aguja para romper la piel e introducirlo en su cuerpo.
'No es una sensación agradable. Inmediatamente sientes una quemazón', describe.
Según la doctora Gabriel Weston, presentadora de la serie de televisión de la BBC 'Incredible Medicine: Dr. Weston's casebook', Steve tiene suerte de estar vivo.
Vía: Bbc Mundo