El papa Francisco visita Ecatepec, un suburbio de la Ciudad de México plagado por la violencia, para atestiguar la realidad de la 'periferia' mexicana, donde la violencia por las drogas, las ejecuciones criminales, secuestros y extorsiones son hechos de la vida cotidiana.
Se espera que el pontífice llegue con un mensaje de esperanza y solidaridad a los habitantes con una misa que incluirá lecturas que les insten a no ser tentados por el demonio, una exhortación común por parte de un papa que frecuentemente invoca la amenaza 'del maligno'.
La misa del domingo en la mañana se realizará en un terreno abierto con un aforo estimado de 400.000 personas, y la elección del papa de Ecatepec para lo que parece ser su mayor evento en México dice mucho sobre sus prioridades.
La ciudad, donde viven unas 1,6 millones de personas, es una alfombra en rápido crecimiento de bloques de barrios pobres mezclados con algunos vecindarios mejores, y un punto estratégico para las bandas que proliferan en medio de la pobreza, el desempleo y la impunidad.
Será un fuerte contraste con la pompa del viernes en la noche cuando fue recibido con alfombra roja en el aeropuerto de Ciudad de México por el presidente Enrique Peña Nieto y la primera dama Angélica Rivera, quienes le dieron la bienvenida acompañados de danzantes folclóricos y música de mariachi.
Peregrinos usando gorras blancas se envolvieron con cobijas debido a las bajas temperaturas que descendieron hasta unos 3 grados Centígrados (30 Fahrenheit) mientras caminan arduamente las calles que conducen a donde será la misa.