Con muchos bríos sigue la versión XIII de la Feria Internacional del Libro de Panamá, teniendo como país invitado a Colombia, que llegó que con sinnúmero de actividades para los asistentes.
Bajo el lema 'La ciudad de los libros, en donde las letras están de fiesta', se inauguró de manera formal la feria, abriendo el espacio para que tanto niños, jóvenes y adultos tengan acceso a una serie de talleres, conferencias y presentación de nuevos escritores.
La inauguración en el Teatro La Huaca del Centro de Convenciones Atlapa estuvo cargada de muchas letras motivadoras, como las de la presidenta de la Cámara Panameña del Libro, Orit Btesh, quien invitó a los panameños a que conozcan la alegría por aprender, como Eliécer Jesús, un niño de 13 años con discapacidad visual, pero con promedio escolar de 4.9.
Estamos obligados a demostrar que los adultos podemos mejorar, que debemos hacer las cosas bien', manifestó Btesh
Por ser tan alentadoras las palabras de la señora Btesh, aquí en esta nota las entregamos íntegras para que usted, querido lector, medite hacia dónde van Panamá y su gente.
Hay flores que solo abren en las noches.
Aves que solo vuelan en las tinieblas.
Seres extintos que renacen de la oscuridad.
Así hay almas que emergen de las penumbras para iluminarnos con su sorprendente claridad.
Eliécer Jesús tiene una de ellas.
Su discapacidad visual desafía el destino que percibe con la punta de sus dedos.
En sus trece años hizo de sus retos, oportunidades.
Ha encontrado el sentido del esfuerzo y la honestidad.
Viene de un hogar humilde…
Su familia es sustento de los valores que hacen de él un alumno excepcional, orgullo de la escuela Francisco Miranda en Felipillo.
Su reproche es un toque a la conciencia:
No es justo que aun cuando soy ciego, tengo un promedio de 4 con 9, mientras estudiantes que pueden ver, y otras ventajas, se conforman con un 3.
En una entrevista de un canal de televisión pidió a sus compañeros:Deberían al menos superarme. Mejoren, esto de 3 es inaceptable.
Tomás Jefferson, político y pensador de todas las eras consideró que la honestidad es la primera página del libro de la sabiduría.
En su prólogo, Eliécer Jesús deja impreso el deseo de que por su bien, sus compañeros compartan la satisfacción de merecer la beca universal.
Que conozcan su alegría por aprender.
Por Eliécer Jesús del Rosario y por todos los estudiantes de Panamá, estamos obligados a demostrar que los adultos podemos mejorar,que debemos hacer las cosas y hacerlas bien.
Esta noche estamos reunidos aquí, otra vez, para promover la lectura, base de una educación permanente.
En este eje rota cada año la Feria Internacional del Libro de Panamá.
En estos momentos hay millones de personas huyendo de la violencia, heridos o implorando una tregua.
Desesperados, intentando salvar a un ser querido de los escombros, luchando contra el fuego o una inundación.
Quizá en una frontera, pidiendo refugio; sucumbiendo con lentitud al hambre y a la enfermedad.
Somos afortunados; nosotros estamos aquí, mientras alguien nos espera en casa, pero podríamos ser uno de ellos.
Por eso la solidaridad también debe ser parte de nuestra educación, y una pieza importante de nuestra cultura.
Hay riqueza en la generosidad con quienes huyen del miedo, porque es la solidaridad lo que nos hace mejores.
No estamos para imitar a los más ricos, poderosos y conflictivos líderes de grandes potencias.
La historia se encargará de ellos, de demostrar que el apetito voraz por frías cifras son números que al final suman rechazo.
Debemos defender nuestra capacidad de comprender, que no es posible generalizar:
Porque en todos los tiempos y de todas partes, huyen hombres buenos y mujeres fuertes con niños inocentes.
El mundo está enfrentado a una crisis de refugiados de proporciones que no se veían desde la segunda guerra mundial.
Como ese entonces, rechazarlos, es convertirlos en víctimas de más holocaustos, dispersos y crueles.
Es admitir la continuidad del más abominable y vergonzoso fracaso en nuestra historia como humanidad.
Ya lo advirtió el papa Francisco, esto es porque mantenemos tanto puertas como corazones cerrados.
Solo negar la posibilidad de que la abominación se repita, es el primer acto para que vuelva a suceder.
Por eso, debemos unirnos como nunca antes en torno al interés de que una educación verdadera esté al alcance de todos, más allá de los confines de la geografía.
Impulsemos una educación que forje a ciudadanos dispuestos a sacar a quienes se encuentran atrapados por la persecución y la desesperanza.
Que genere líderes con el potencial de ser, políticos dispuestos a usar su poder para cumplir y hacer cumplir sus promesas.
La más importante, que el desarrollo humano incluya a 'todos y a todas por igual'.
Bien lo describió José Mujica, ex presidente uruguayo: La política no es un pasatiempo ni una profesión para vivir de ella, es una pasión que se vive en la lucha por construir un futuro mejor.
Y para edificar y sostener ese futuro hay que contar con instituciones públicas eficientes e incorruptibles.
En Panamá contamos con el recurso material y humano, solo nos falta educar en la voluntad para superar la conveniencia, el amiguismo y las afinidades políticas.
Por eso, requerimos de una formación crítica, que genere la capacidad para decidir bien, para hacer lo correcto, aunque nadie nos esté viendo.
De esa educación emergerán políticos íntegros, comprometidos con un ejercicio tan transparente a través del cual todos podremos ver.
No es que pretendamos Estados perfectos.
Sabemos que eso no existe.
Aspiramos a Estados cuya claridad nos permita opinar, y participar en las decisiones que nos afectan.
Hay un país en Europa, sin ejército igual que Panamá, con una calidad de vida ejemplar, donde han convocado a referéndum para cambiar esta decisión de gobierno:
Quieren prohibir que se inviertan fondos estatales de pensiones y de su Banco Nacional en fabricantes de armas para vender en el extranjero.
Dicen medios internacionales que esperan que entre 4 mil y 12 mil millones ‘de sus dólares’ tengan un fin ético.
Cónsono con su neutralidad, pues muchas de esas armas terminan en países donde No se respetan los derechos humanos.
En esta era de la posverdad, de la estafa emocional y de las decisiones encubiertas, tenemos que informaros para poder discernir, comprender y actuar.
Joaquín Salvador Lavado, conocido como ‘Quino’, en una viñeta de Mafalda advierte con peculiar inteligencia, que vivir sin leer es peligroso porque te obliga a creer en lo que te digan.
Es preciso reconocer el aporte de los medios de comunicación en la exaltación, la denuncia y la revelación.
Sin noticias no hay ultraje y sin ultraje no hay castigo.
Lo peor de la corrupción, aparte de la indiferencia, es la impunidad segura tras el desconocimiento.
Porque la corrupción nunca anda sola, nace de la codicia, se propaga en la inestabilidad y se acompaña de la ignorancia.
Como los gobiernos o nosotros, el periodismo puede serimperfecto, pero es absolutamente necesario para sustentar la democracia.
Es a través de su ejercicio que sabemos de individuos que arriesgan su vida para salvar a un desconocido.
De descubrimientos científicos, del avance tecnológico, como del efecto en la humanidad de las esplendorosas bellas artes.
Más allá, de la construcción de dispositivos de exterminio, de silenciosos agentes químicos y de la fuerza brutal usada sin piedad contramanifestantes, opositores e inocentes.
Leer es más que un derecho. Es la base para la comprensión de todos nuestros derechos.
Sin una población lectora es muy difícil sustentar y desarrollar una sociedad democrática, concluye Marianne Ponsford, directora regional del Centro para el Fomento del Libro.
La lectura nos hace amigos de las libertades y socios de las responsabilidades.
Socios, porque para poder leer antes hay que proteger la libertad de pensar y luego escribir.
Fue Gabriel García Márquez quien consideró el periodismo como el mejor oficio del mundo.
Alcanzó la cúspide de su desempeño haciendo de la denuncia, una virtud.
De su país, ‘Paraíso del Contraste’, nos acompaña la delegación de Colombia, invitada de honor a esta Décima Tercera Feria Internacional del Libro de Panamá.
Más que fronteras, su gobierno comparte con nosotros el deseo de ofrecer el conocimiento que guíe a nuestros países a mejores días.
Es admirable su impulso a la Cultura de Paz, su deseo ferviente de recuperar y trabajar por una armonía verdadera.
La que nace de la transparencia, se afianza en la justicia y se garantiza con la equidad.
Hay que reconocer la fortaleza demostrada en la búsqueda de la conciliación, en sus propios términos, aún las heridas que esperan por sanar.
Por ser un ejemplo al mundo; por caminar hacia acuerdos llevando en la memoria a los héroes que no están para asistir a tan gloriosos tiempos.
Estamos convencidos que pronto, los únicos gritos que se escucharán, serán de sus niños jugando en los parques…
Que los estruendos saldrán del auge de su producción…
Que los fuegos y destellos que iluminarán el cielo serán por Cien Años de Celebración…
Y que el próximo boom, volverá a ser literario.
Sirva esta plataforma cultural que nos une, para honrar la vocación de paz de ambas repúblicas, y que la fraternidad se vislumbre siempre a la luz del entendimiento.
La presencia hoy de su Ministra de Cultura, Mariana Garcés Córdoba, confirma el respeto que a este país le merece el patrimonio intelectual universal.
El rango institucional que ostenta como entidad, está al nivel y trascendencia de la educación nacional misma.
La presencia de sus Mandatarios en la celebración de cada Feria del Libro de Bogotá le confiere a la literatura la relevancia que aquí se gasta en los Carnavales.
Si en realidad nos importa la educación, no podemos conformarnos con que la lectura, llave de entrada al aprendizaje, tenga menos prioridad que un partido de fútbol.
En Panamá aún, tenemos mucho por andar; el futuro viene por nosotros.
Tenemos el deber de ayudar a suspender el descrédito y trabajar para mejorar la nota que tenemos.
No podemos conformarnos con recibir 3 en gestión privada, pública o política pudiendo aspirar a 4 con 9.
Se lo debemos a los niños y jóvenes de Panamá, de Colombia y del mundo entero.
Muchas gracias
Por: Herminia Rivera | Mi Diario
Fotos: Álvaro Reyes Núñez y Raúl Valdés | Mi Diario