Con perseverancia ha logrado superado las limitaciones y la falta de recursos de su familia para lograr sus sueños.
Hablamos de Jairo Barría Soto, de 42 años de edad, quien la mañana del 4 de diciembre del 2001 perdió sus dos piernas producto de una descarga eléctrica de unos 34 mil voltios, accidente que ocurrió cuando estaba en el distrito de Calobre, aunque él es oriundo de La Peña de Santiago.
SUPERA PRUEBA
En lugar de deprimirse, Jairo se levantó emocionalmente, aunque admite que fue difícil acostumbrarse a su nueva condición, ya que sus padres, quienes son de muy bajos recursos, no podían comprar una silla de ruedas. Se llenó de valor y él mismo, con esfuerzo y sacrificio, confeccionó su propia silla, dándose cuenta de su talento. Actualmente vive de su negocio, un taller ubicado en La Peña, donde confecciona precisamente sillas de ruedas.
DEPORTISTA
Su talento no termina allí. Obtuvo el cuarto lugar en una competencia de sillas de ruedas, evento realizado en la ciudad de Panamá; ahora pertenece a un grupo de baloncesto y hasta ha participado en torneos en San Salvador, destacando como un excelente delantero. 'Puedo decir que por un trago amargo he hecho muchas cosas maravillosas. Quizás era algo que se tenía que vivir, estamos vivos y eso es significativo, es lo mejor que puede haber. Las condiciones son distintas, pero estamos vivos y tenemos la oportunidad de reinventarnos', comenta Jairo con mucha satisfacción.
Gracias a su trabajo haciendo sillas de ruedas estudió en la Universidad Especializada de las Américas (Udelas), donde terminó la licenciatura en Informática Educativa; posteriormente terminó su profesorado en Informática y hasta tiene la oportunidad de participar en eventos como encuentro de unidades móviles con su vehículo adaptado a su condición.
'No quiero dejar de reconocerlo, gracias a mis amistades que siempre me ayudaron a subir y bajar escaleras en los predios de la universidad, la paciencia que tuvieron conmigo no tiene precio', indica este veragüense.
Su tranquilidad se nota en cada una de sus palabras. Jairo jamás olvidará lo que le ocurrió, pero cada uno de los días posteriores al accidente ha sido un aprendizaje.
Por: Solangel Ruiz