Desde la última reforma a la Caja de Seguro Social (CSS) hace poco más de 15 años, que desde esa época ya se sabía que sería una solución temporal, ninguna administración de gobierno hizo un esfuerzo mayor para darle viabilidad a los programas de pensiones y al funcionamiento en general de una de las instituciones más grandes del país.
Casi a regañadientes se ha convocado a un diálogo que ha venido de traspié en traspié. Y para rematar, se hace una pausa en espera de un informe actuarial de la OIT, que finalmente llega, pero que no aporta nada nuevo a lo que ya sabíamos: la CSS es un paciente en estado crítico al que hay que intervenir con urgencia.
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Pero ni así parecieran reaccionar nuestras autoridades, que ya debían estar informando qué acciones a corto plazo se aplicarán para evitar el colapso.
Esta situación evidencia que la crisis del programa de pensiones no podemos solo dejarla en manos de los políticos. La población debe activarse, participar de los debates y, sobre todo, reconocer que para una solución a largo plazo todos debemos poner una cuota.