El mundo sigue cambiando. Cada vez somos más globales e interdependientes. Lo que pasa en Wuhan o Ucrania nos afecta, aunque quieran hacernos ver que cada quién puede hacer su propio camino.
Aunque por acá las aguas aparentan estar tranquilas, hay preocupación por la independencia judicial y de los medios de comunicación, rendición de cuentas, combate a la corrupción, lucha contra la pobreza, la covid-19, generación de empleos y combate frontal contra el tráfico de drogas y de personas. El mundo y nuestra región tienen retos enormes y Panamá forma parte de esa realidad.
El caso de Honduras es aleccionador. Un hermano país centroamericano que sufre de violencia y su expresidente de derecha va a ser entregado a EE.UU. por narcotráfico. Solo hace unas semanas lucía la banda presidencial.
Ni hablar de nuestros vecinos de Colombia, que en mayo tienen elecciones y están polarizados y al borde del despertar de la violencia otra vez.
Si las autoridades nuestras siguen gobernando de espaldas a la gente como ocurre, el espejo de estos países vecinos está ahí y podríamos sumarnos al preocupante retrato.



