Faltan algunas semanas para que termine el año, pero las predicciones para 2026 ya están aquí… y no son precisamente inspiradoras. Según el más reciente informe de Experian, el futuro próximo podría ser digno de una novela de ciencia ficción, pero sin el final feliz. Si usted es de los que aún cree que la ciberseguridad es un problema “exclusivo de los informáticos”, será mejor que se ajuste el cinturón (digital).
El reporte, titulado Informe de predicciones sobre brechas de datos 2026, describe un panorama en el que los ciberataques no solo serán más frecuentes, sino también más inteligentes, autónomos y perturbadoramente personalizados. ¿La razón? La inteligencia artificial, el cómputo cuántico y otras tecnologías que ya no están solo en manos de los buenos.
Entre los escenarios más inquietantes, Experian menciona la creación de identidades falsas prácticamente imposibles de distinguir de una real, malware que se adapta y muta como un virus biológico y, en el extremo más distópico, vulnerabilidades en interfaces cerebro-computadora. Sí, leyó bien: conexiones entre el cerebro humano y una máquina. Parece broma, pero no lo es.
Michael Bruemmer, vicepresidente de resolución global de brechas de datos en Experian, lo resume así: “La tecnología evoluciona a una velocidad vertiginosa, y los ciberdelincuentes suelen ser los primeros en adoptarla”. Lo que es otra forma elegante de decir que, mientras muchos seguimos luchando con el cambio de contraseña, del otro lado ya están diseñando malware con maestría en ingeniería social y doctorado en evasión de sistemas.
Solo en la primera mitad de 2025, se registraron más de 8,000 brechas de datos en el mundo, con 345 millones de registros comprometidos. Y esto no solo afecta a las grandes empresas. El robo de identidad ya es un deporte global: uno de cada cuatro millennials en Estados Unidos ha sido víctima en el último año, y casi una cuarta parte cayó en trampas de phishing, muchas veces dentro del trabajo. Parece que el eslogan “trabaja desde casa” vino con letra pequeña.
Y, por si fuera poco, más del 80% de los encuestados teme que la inteligencia artificial cree identidades falsas indistinguibles de las reales. Lo curioso es que no están tan equivocados. Los deepfakes ya no son herramientas exclusivas de bromistas en internet: ahora forman parte del arsenal de los nuevos criminales digitales.
Frente a este escenario, las empresas no solo deben blindar sus sistemas, sino también su relación con los clientes. Porque una vez que ocurre el ataque, muchos consumidores sienten más confusión que apoyo. Y la confianza, como bien sabemos, no se recompone con comunicados de prensa.
El 2026 se perfila como un año en el que los ciberataques no solo roban información, sino también tiempo, credibilidad y hasta la noción de lo real. El consejo no es entrar en pánico, pero sí asumir que la seguridad digital ya no es opcional ni secundaria. No se trata de tener miedo, sino de tener un plan. Porque, si no, la próxima víctima podría ser usted… o alguien que se haga pasar por usted mejor que usted mismo.
El autor es administrador industrial.
