El término “crisol de razas”, creado a principios del siglo XX, fue utilizado para describir el proceso de adaptación en el cual personas provenientes de distintos lugares se amalgamaban rápidamente con la población local.
Es que el crisol – concepto tomado de las ciencias exactas - es un contenedor que recibe distintos líquidos que al ser sometidos a una temperatura muy alta terminan fundiéndose, dando como resultado una mezcla uniforme. Así, proyectado a las ciencias sociales, hace referencia a la noción positiva de una sociedad que, al recibir importantes corrientes migratorias de etnias, culturas y religiones diversas, lograba la homogenización en un clima de armonía y convivencia, rechazando toda forma de discriminación.
Posiblemente desde la perspectiva del siglo pasado el concepto del crisol era apreciado pues destacada la idea de la aceptación, de la incorporación del recién llegado a su nuevo lugar paran convertirse en parte integral del mismo. Lo que no se percibía desde esa mirada era el elevado precio por pagar en ese recorrido, el renunciamiento a la individualidad y la perdida de las particularidades propias de cada individuo y de cada grupo.
Por eso apareció el concepto del mosaico. Se trata de una metáfora más apropiada para reflejar la diversidad de una sociedad. El mosaico es una obra compuesta de fragmentos variados en formas, colores, texturas, etc., que al ser colocados en conjunto proyectan una imagen. La belleza que surge es fruto de la combinación de todos esos pedacitos.
En ese sentido, el mosaico resulta una alegoría muy inspiradora de la sociedad. Cada uno aporta desde su propia identidad, con sus propias características, para formar un conjunto en el que todos confluyen. Si el crisol representaba la aceptación inicial del distinto para incorporarlo al grupo mayoritario, el mosaico reafirma la necesidad y el valor de cada individuo con su propia especificidad, como parte fundamental de la composición total. Es por definición una celebración del pluralismo.
Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad en esta dinámica. Si el crisol implicaba moverse de la tolerancia (palabra poco feliz) al respeto, el mosaico nos invita a pasar del respeto a la celebración de las diferencias.
Y fue precisamente con ese espíritu que, en el año 2106, cuando la congregación Kol Shearith Israel celebraba 140 años de vida judía en Panamá, decidimos crear un espacio con el fin de resaltar la multiculturalidad y la diversidad que caracterizan a nuestro país. Y como no podía ser deotra manera lo llamamos “Mosaico”.
Se trata de un evento anual abierto a toda la sociedad en el que invitamos a seis personas destacadas a que nos compartan sus historias de éxito personal y profesional, testimoniando la riqueza de talentos que tenemos y que es también fruto del clima de interacción de las pluralidades que constituyen la panameñidad.
A punto de una nueva edición de Mosaico (este miércoles 28 de junio será la quinta, retomamos después de la pandemia) renovemos nuestro compromiso de seguir construyendo una sociedad en la que queda uno desde su propia identidad sea parte de esta bella imagen que es Panamá y que transmite toda su belleza mostrando en armonía toda su diversidad.