La creación de una marca se fundamenta en la intención que tiene una empresa de ser diferenciada y reconocida por otra.
En tiempos remotos, las personas que se interesaban en vender un producto u ofrecer un servicio se preocupaban en que los clientes potenciales supieran, a parte de lo que vendían, quiénes eran los dueños del negocio.
La marca surge como una necesidad del vendedor de dar a conocer su producto resaltando las características de este, que representan su sello en el mercado meta.
La marca, en la medida que se destaque, aumenta las expectativas del consumidor potencial sobre lo que va a recibir a cambio de una remuneración.
La marca para poder ser aceptada y perdurar a través de los años debe satisfacer una necesidad, cada persona tiene sus gustos y preferencias que es en lo que la empresa debe especializarse.
La experticia de la empresa bien aprovechada podrá llevarla al éxito, en caso contrario al fracaso. Una mala estrategia no solo será responsable del hoy sino del mañana.
Hay que recordar que la creación de un ente empresarial no solo se establece con la intención de vender, porque tiene otros tentáculos que a simple vista se aprecia, estos son los que ingresan a la empresa llenos de sueños y esperanzas, deseando el crecimiento y perpetuidad de la organización, no obstante, permitirá concretizar sus aspiraciones educativas, personales y familiares.
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La marca se asocia a la forma como es visto el producto, lo que buscan los usuarios de él es que proporcione buen servicio, calidad, sea reconocido. Al ser renombrado en forma positiva el cliente lo aceptará con agrado.
En la medida que el cliente se sienta complacido con el producto, sus compras serán repetitivas y constantes, incluidas en su presupuesto de adquisiciones.
Una marca bien posicionada crea fidelización a esta, eso garantizará su mantenimiento a través de los tiempos.