La próxima semana celebramos Jag Hashavuot, literalmente la fiesta de las semanas, que, junto a Pesaj (Pascua) y Sucot (la fiesta de las cabañas), constituyen las tres fiestas bíblicas de peregrinación en las que el pueblo subía a Jerusalem para llevar al Templo sus ofrendas.
La fiesta agrícola, de la siega y el día de las primicias
La Torá (el Pentateuco) establece que se debían contar siete semanas – 49 días – desde que se llevaba en la Pascua la ofrenda de las primeras gavillas y el día cincuenta (“pentecostés” en griego) se celebraba esta festividad. El comienzo de la cuenta fue fijado para el segundo día de la Pascua y de allí quedó fija la fecha del 6 del mes de Sivan en el calendario hebreo para celebrar Shavuot.
Originalmente se trataba de una fiesta agrícola asociada al inicio de la cosecha y a la aparición de los primeros frutos. La Torá se refiere a este día como “la fiesta de la siega” y “el día de las primicias”.
En el período post-bíblico, Shavuot se convierte además en “la época de la entrega de la Torá”, es decir, que fue en esta fiesta cuando los israelitas estuvieron reunidos al pie del monte Sinaí, después de haber salido de Egipto, para escuchar la palabra de Dios y recibir la Torá. Así, a la celebración agrícola se le añade una dimensión histórica y espiritual.
Una de las tradiciones más importantes de Shavuot es la lectura del libro bíblico de Rut. Allí se relata la historia de una mujer moabita llamada Rut que se casa con un judío y luego de enviudar decide trasladarse a la tierra de Israel junto a su suegra Noemí, rechazando la costumbre de la época que indicaba que debía regresar a casa de su padre.
Al permanecer con Noemí, Rut decide ser judía y esta idea está expresada en sus palabras “tu pueblo es mi pueblo y Tu Dios es mi Dios” (Rut 1:16). Finalmente, Rut se casa con Boaz y de su descendencia nace el Rey David, quien según el Talmud nació y murió en la fiesta de Shavuot.
Otra de las tradiciones de la fiesta es la de comer alimentos lácteos.
Hay quienes explican que esto es así debido a que al recibir la Torá los judíos aprendieron las leyes de Kashrut (la dieta alimenticia judía que regula los alimentos prohibidos y permitidos) y como necesitaban tiempo para adaptarse a las nuevas normas en ese día comieron solo alimentos lácteos.
Otra explicación afirma que así como los bebés se alimentan con leche, fue la Torá que recibieron los israelitas apenas salidos de Egipto, el alimento que nutrió su espíritu.
Sobre el final de la edad media, se desarrolló en el marco de los judíos cabalistas que vivían en la ciudad de Safed en Israel, en la zona de la Galilea, la costumbre de permanecer despiertos toda la noche de Shavuot, estudiando textos sagrados para prepararse espiritualmente para el recibimiento de la Torá.
De acuerdo con una antigua leyenda el pueblo de Israel se quedó dormido el día que iban a recibir la Torá y Dios tuvo que despertarlos con truenos y trompetas. Para que no nos suceda lo mismo, se impuso entonces esta bella tradición de permanecer despiertos durante toda la noche.
En última instancia, la celebración de Shavuot nos invita a revivir la experiencia de la revelación divina. Sentir que nuevamente estamos al pie del Monte Sinaí para escuchar la palabra de Dios y recibir la Torá en nuestras mentes y en nuestros corazones.