Muchos factores influyen nuestra realidad cotidiana. Cuantas veces nos sentimos atados de manos por las presiones y los compromisos adquiridos, creyendo que no tenemos alternativa, resignados a aceptar pasivamente lo que nos sucede. En algunas ocasiones, pareciera ser que son otras personas las que toman las decisiones por nosotros, quedando limitado nuestro rol a meros espectadores del desenlace de nuestro propio destino.
Sin embargo, esa descripción no es del todo cierta. Si bien las circunstancias externas juegan un papel preponderante en nuestra realidad, la forma en que reaccionamos frente a cada coyuntura depende de cada uno. En otras palabras, cada persona tiene la capacidad de decidir cómo reacciona ante cualquier situación que se presenta.
Uno de los grandes exponentes de esta idea es el reconocido neurólogo y psiquiatra judío Viktor Frankl (Austria 1905-1997) quien, siendo ya una personalidad reconocida en el campo de la psicología, fue deportado por los nazis y sobrevivió a varios campos de concentración (Auschwitz y Dachau entre otros) entre 1942 y 1945.
Durante su confinamiento fue tomando notas de lo que observaba y al finalizar la guerra, publica el libro “El Hombre En Busca de Sentido” donde analiza su propia experiencia de prisionero examinada desde su visión como psiquiatra. El libro, traducido a decenas de idiomas, se ha convertido en un best seller.
La idea central que plantea Frankl es que, incluso en las peores circunstancias, el hombre debe buscar siempre una razón para vivir. Encontrar esa razón y ponerla en práctica da sentido a nuestra existencia. El propio Frankl ejemplifica con su propia historia: “He encontrado el significado de mi vida ayudando a los demás a encontrar en sus vidas un significado.”
Y esto nos regresa a la idea inicial de esta reflexión: La disposición de cada persona a elegir cómo reaccionar frente a una determinada situación. En sus palabras: “Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino.”
La elección de la actitud personal.
Como en aquel cuento del chef, cuya hija estaba angustiada ante un problema que la desanimaba. Sin decir palabra, llevo a su hija a la cocina y puso a hervir agua en tres pequeños recipientes. En uno colocó una zanahoria, en otro un huevo y en el tercero, unos granos de café. Al cabo de un rato, apagó el fuego y colocó en un plato la zanahoria, en otro el huevo y sirvió en una taza el café del tercer recipiente.
¿Qué ves? Le preguntó a la hija. Una zanahoria, un huevo y café, respondió la joven sin entender nada.
El chef tomo la zanahoria y con un tenedor la atravesó con facilidad. Peló el huevo y le mostró que estaba duro y finalmente le dio de tomar un sorbo de la taza de café.
¿Qué significa esto pregunto la joven? Muy simple le respondió el papá los tres elementos enfrentaron la misma circunstancia, agua hirviendo, y reaccionaron de manera diferente. La zanahoria ingresó dura y se debilitó, el huevo entró frágil y se fortaleció y los granos de café además de sacar lo mejor de sí mismos, pudieron transformar su entorno.
¿Cómo vas a reaccionar frente a la adversidad? ¿Serás Zanahoria, huevo o café? El agua hirviendo está ahí, recuerda que todo depende de tu actitud.