El rabino Juda ben Betzalel Loew, conocido como el MaHaRaL (acrónimo de la frase hebrea “Nuestro Maestro el Rabino Loew”) de Praga, fue un destacado erudito del Talmud, filósofo, místico, matemático, astrónomo y autor prolífico. Sin embargo, su fama se debe a la leyenda que le atribuye la creación del Gólem, una criatura de barro que cobraba vida para proteger a los judíos de la ciudad de Praga de los ataques antisemitas.
La palabra hebrea Gólem tiene origen bíblico. Aparece en el Salmo 139, cuyo tema es el poder creador de Dios y Su relación íntima y profunda con cada criatura. “GOLMI (Mi Gólem) vieron tus ojos”, dice el texto que se traduce como “mi embrión”, o “mi cuerpo imperfecto”, es decir aún no formado. Los sabios en el Talmud asocian esta imagen con la de Adán, el primer hombre, antes de que Dios le insuflara vida.
La leyenda del Gólem describe cómo el MaHaRaL utiliza el poder creador de las letras para dar vida a una figura hecha de barro procedente del río Moldava. De acuerdo con algunas versiones, el Gólem adquiría vida cuando el rabino colocaba en su boca un papel con el nombre sagrado de Dios (el Tetragrama). Otras fuentes señalan que el ser cobraba vida al inscribir la palabra EMET, que significa verdad, en su frente.

Era alto, fuerte, ágil y obediente, pero mudo y sin iniciativa. El Gólem era una versión imperfecta de Adán, el primer hombre, quizás porque según la leyenda el Maharal pudo manipular solo 10 de las 22 letras del abecedario hebreo. La labor del Gólem fue muy apreciada tanto en el cumplimiento de las tareas asignadas por el rabino como por la protección de la comunidad en tiempos difíciles. Sin embargo, algún descuido, algún exceso o simplemente el percibir la amenaza de competir con el poder creador de Dios llevaron al Maharal a tomar la decisión de no volver a utilizarlo.
La leyenda del Gólem ha dejado una significativa influencia en diversos ámbitos culturales. Su presencia se reconoce en obras como el relato de Pinocho, así como en las similitudes observadas con la narrativa de Frankenstein. La novela alemana “El Gólem” (1915), escrita por Gustav Meyrink, está considerada un clásico y sirvió como inspiración para varias películas de cine mudo producidas en la segunda década del siglo XX.
Dos de las más notables plumas judías de la segunda mitad del siglo XX han escrito su propia versión de la leyenda del Gólem: Isaac Bashevis Singer (premio Nobel de Literatura en 1978) la publicó en 1969 en idioma Yidish y la tradujo al inglés en 1982, mientras que Elie Wiesel (premio Nobel de la Paz en1987) publicó su relato en 1983.
Cabe destacar que el gran escritor argentino Jorge Luis Borges le dedica un célebre poema al Gólem (vale la pena leerlo, se lo encuentra fácil en internet); además, existe un superhéroe de Marvel denominado el Gólem y que, como no podía ser de otra manera, nuestro legendario personaje aparece en un capítulo en la temporada 18 de Los Simpson.
En la actualidad, con la inteligencia artificial consolidada como una realidad tangible y en pleno debate acerca de sus alcances e implicancias, la leyenda del Gólem adquiere una relevancia renovada y nos invita a reflexionar sobre la relación entre creador y criatura, así como los límites inherentes a dicha dinámica y los posibles beneficios y riesgos asociados.



