Esta semana la congregación Kol Shearith Israel, la más antigua de Panamá cumple 146 años y quería compartir con usted amable lector, algunas reflexiones del tema.
La presencia judía en Panamá se remonta a la época de la colonia. Vale la pena visitar la exhibición “Judaizantes” en el Museo de la Plaza Mayor de Panamá Viejo Samuel Lewis García de Paredes realizada por el doctor Alberto Osorio Osorio quien es el mayor especialista en el tema. Se trataba de judíos que se habían convertido al cristianismo pero que en secreto practicaban el judaísmo. Y por esa razón eran perseguidos por la Inquisición.
Es en tiempos más cercanos, recién a mitad del siglo XIX cuando algunas familias judías de origen hispanoportugués provenientes de las islas del Caribe comienzan a llegar al istmo en plena construcción del ferrocarril interoceánico. Aquí establecen una primera organización, la Sociedad de Beneficencia Hebrea que - como toda institución de este tipo - tenía por objeto ayudar solidariamente a los nuevos inmigrantes de dicha colectividad.
Algunos años después, más precisamente el 14 de mayo de 1876, ante la necesidad de contar con un cementerio para dar sepultura a sus miembros según el ritual judío, se establece la sociedad Kol Shearith Israel como una organización que brinda servicios fúnebres y caritativos. Más tarde se convertiría en una congregación.
Los miembros de la Junta directiva fundadora de la congregación fueron los señores Martínez, Ehrman, Brandon, Piza y Maduro. Ellos tomaron la decisión de colocarle el nombre “Kol Shearith Israel” (La voz del remanente de Israel). Se trata de un nombre atípico, (hasta donde yo sé, único en el mundo) debido a la primera palabra: Kol.
Permítanme explicarlo. Hay varias sinagogas, principalmente en diversas ciudades de los Estados Unidos que se fundaron para la misma época y se denominaron “Shearith Israel”. El concepto del “remanente de Israel” es bíblico. Aparece principalmente en los profetas clásicos quienes expresaban la idea de que aun cuando el pueblo judío quedase reducido a un pequeño número, ese Shearith, ese remanente, sería suficiente para que Dios renovara el pacto con ellos y cumpliera las promesas que había realizado a sus antepasados.
Podemos suponer que aquellos primeros judíos en Panamá sentían que este nuevo lugar al que habían arribado, junto a tantos otros inmigrantes, se les presentaba tan prometedor que se identificaban con aquel “Shearith Israel” de las profecías bíblicas.
Pero a esta sensación de esperanza, le antepusieron la palabra hebrea Kol que significa voz. Quizás percibieron que era valioso contar con una voz que expresase su identidad, su esencia y sus tradiciones. Y esa voz contribuyó decididamente, junto a otras voces, a generar la polifonía sobre la cual se constituyó la identidad panameña.
Posiblemente, pocas palabras expresen con tanta elocuencia este sentimiento como las vertidas en la Marcha Panamá, por la notable pluma de Eduardo Maduro, un hijo dilecto de nuestra congregación: “Panamá, la patria mía, suelo grato, encantador”.
De igual forma, a lo largo de la historia del país y hasta nuestros días, los miembros de la congregación Kol Shearith Israel han tenido un papel significativo en todos los campos del quehacer nacional. Y hoy, 146 años después, seguimos honrando el legado ético-religioso de nuestros mayores, esforzándonos día a día por desarrollar una vida judía plena y trabajar comprometidamente a favor del progreso de Panamá.