Salir de casa en Panamá se ha convertido en una auténtica operación logística desde las primeras horas de la mañana. Ya no se trata solo del simple traslado hacia el trabajo o el estudio, sino de navegar entre una serie de obstáculos urbanos que afectan directamente la calidad de vida del ciudadano promedio.
Por un lado, está el caos generado por las entradas y salidas escolares, tanto en instituciones públicas como privadas, donde padres, buses escolares y vehículos particulares congestionan las vías en horarios coincidentes. A esto se suman los cierres de calles producto de huelgas o manifestaciones, y el diseño urbano de muchas vías que, lejos de facilitar la movilidad, la complican. Si además llueve, el problema se multiplica de forma exponencial.
Todo esto ocurre en un contexto económico ya frágil. Con temas tan delicados y recurrentes como el conflicto de la mina, la crisis en la Caja de Seguro Social o los escándalos reflejados en memorandos filtrados, la ciudadanía se ve afectada emocional, financiera y socialmente. Estos problemas, que resuenan tanto en medios tradicionales como en redes sociales, reflejan un país tensionado, en donde urge alcanzar consensos que permitan aliviar, aunque sea parcialmente, el colapso vial diario.

Por ello, es necesario impulsar mecanismos de conciliación y entendimiento social que reduzcan el impacto de estos factores en la movilidad urbana. Algunas propuestas viables para abordar el problema de los tranques podrían incluir:
1. Horarios escalonados para las escuelas: Las autoridades educativas, tanto públicas como privadas, deben considerar la implementación de horarios diferenciados para la entrada y salida de los estudiantes. No es lógico que todos ingresen y salgan al mismo tiempo, colapsando las calles.
2. Presencia activa de la ATTT: El personal de la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre debe estar presente en los puntos críticos para ordenar el flujo vehicular y evitar que los vehículos estacionados o detenidos generen cuellos de botella.
3. Puntos de encuentro para transporte escolar: En lugar de que cada padre se detenga frente a la escuela, podrían establecerse zonas designadas donde los estudiantes puedan caminar de forma segura hacia buses que los trasladen a puntos más descongestionados.
4. Abordaje responsable de las huelgas y cierres: Si bien las protestas son un derecho ciudadano, temas de alto impacto nacional como el futuro de la mina o la sostenibilidad de la Caja de Seguro Social deben ser tratados con profundidad, transparencia y responsabilidad. Considerar un plebiscito podría ser una vía democrática para canalizar el sentir popular y tomar decisiones colectivas.
En resumen, Panamá atraviesa una encrucijada compleja. Los tranques son solo un reflejo visible de una serie de desajustes estructurales. Sin embargo, debemos mantenernos resilientes y enfocados en construir soluciones conjuntas. El bienestar ciudadano y un Panamá más funcional deben ser objetivos compartidos. Solo así lograremos avanzar hacia días mejores para este gran país.