En la sinagoga acostumbramos a bromear con que esta época del año es “temporada alta”. Es que después de la celebración de Rosh Hashaná (el Año Nuevo judío) y de Yom Kipur (el Día del Perdón) las jornadas más solemnes del calendario, inmediatamente llega Sucot, la Fiesta de las Cabañas, que este año comienza al anochecer del domingo 9.
En la antigüedad era la fiesta más importante del año. Con claros orígenes agrícolas, el eje de la celebración era el agradecimiento a Dios por la cosecha obtenida y el pedido de lluvia, fundamental en la Tierra de Israel, para que la nueva cosecha sea abundante. LaTorá le concede también una motivación histórica.
Las Sucot (cabañas) nos recuerdan la travesía de los israelitas por el desierto durante 40 años hasta llegar a la tierra prometida.
En el camino vivieron en estas precarias construcciones.
La fiesta de Sucot dura siete días. Comienza en la luna llena (la noche más iluminada del mes) del mes de Tishrei que marca el comienzo del otoño en el hemisferio norte; y durante esa semana debemos cumplir los dos preceptos que son mencionados en la Torá:
“Sentarse” en la Sucá y tomar las cuatro especies.
El primero hace referencia a pasar tiempo, fundamentalmente las comidas, en la Sucá (hay gente que le gusta dormir en la Sucá aunque en Panamá con tanta lluvia eso se vuelve más complicado). La Sucá es una choza, una construcción frágil, cuyo atributo principal es que el techo debe ser hecho de productos naturales (generalmente de hojas de palmas).
El segundo precepto consiste en tomar cuatro especies diversas del reino vegetal (un cítrico, hojas de palmas de dátiles, mirto y sauces de los ríos) y realizar con ellas cada día un breve y simbólico ritual de sacudirlas juntas en todas las direcciones.
A lo largo de los siglos se han dado diversas explicaciones a este ritual, pero diríamos que el sentido básico es el de agradecer a Dios y alabarlo al final de la temporada de cosecha.
Desde una perspectiva contemporánea, Sucot sigue siendo una fiesta muy relevante.
Incluso cuando la mayoría no nos dedicamos a la agricultura, es importante mantener esta actitud de agradecimiento a Dios por los frutos de la tierra y a la vez fomentar nuestra conexión con el medio ambiente y el respeto a la naturaleza.
La endeblez de la Sucá nos recuerda aún en pleno siglo XXI la fragilidad humana. Y en ese sentido, un comentario muy atinado nos enseña que precisamente por esa razón la fiesta de Sucot viene después de Yom Kipur.
Si crees que por haber salido favorecido en el juicio divino cuyo veredicto fue sellado en Yom Kipur puedes volverte engreído y jactancioso, entonces llega Sucot, que te saca de tu zona de confort, de la comodidad de tu hogar, y te pone a la intemperie, a sufrir el calor, la lluvia y los mosquitos, y te recuerda que ante las fuerzas de la naturaleza sigues siendo tan solo un mortal ser humano.
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