Y quizás porque sea una buena noticia no tuvo la repercusión mediática que hubiera sido deseada.
La cuestión es que este martes 15 de febrero el presidente de la república, Laurentino Cortizo, sancionó la ley 567 que crea un “Sistema de Garantías y de Protección Integral de Derechos de la Niñez y la Adolescencia.”
Esto es importante, porque viene a saldar una deuda histórica de nuestro país al alinear la ley local con la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas (adoptada por este organismo en 1989 y aprobada por nuestra Asamblea Nacional al año siguiente) definiendo claramente la obligatoriedad por parte de las autoridades de garantizar los derechos de todos los niños, niñas y adolescentes que viven en nuestro país, así como la de los panameños en el exterior.
Más allá de las campañas de desinformación que abundaron en grupos de chats y redes sociales, la ley es fundamental, porque logra integrar a todas las instituciones del Estado que están vinculadas con la niñez y adolescencia, de forma tal que se tenga una visión compartida y se puedan desarrollar políticas públicas con mayor eficiencia y eficacia.
Durante los últimos tiempos hemos sido testigos de situaciones de abusos, explotación y vejación de derechos a menores de edad. La implementación correcta de la ley, fundada principalmente en la prevención, debería evitar que este tipo de situaciones se repitan.
Lo que viene a continuación es la reglamentación de la ley y más importante aún, la asignación de recursos para que todos los actores puedan cumplir su rol con propiedad.
Y hablando de garantías y niños, quisiera compartirles una de mis historias favoritas de la tradición judía. Se cuenta que cuando el pueblo de Israel estaba parado en el monte Sinaí para recibir la Torá, Dios les dijo: - Denme una buena garantía y Yo les entregaré la Torá.
Ellos respondieron: -Señor del Universo, nuestros patriarcas serán nuestros garantes. Dijo Dios: - Sus patriarcas también necesitan garantías, encontré faltas en ellos. Respondió entonces el pueblo: - Nuestros profetas serán nuestra garantía. Respondió Dios: - También en ellos encontré faltas, tráiganme una buena garantía y les daré la Torá. Ellos respondieron a Dios: - Nuestros hijos serán nuestra garantía, a lo que Dios dijo: Verdaderamente esta es una buena garantía por ellos, les será entregada la Torá.
Creo que como sociedad es fundamental que tengamos presente mediante principios y mejor aún, mediante acciones, nuestra firme decisión de garantizar sus derechos a los niños, niñas y adolescentes para que puedan 4todo su potencial y vivir con dignidad.