Durante décadas, Gaétan Dugas cargó con un señalamiento injusto. En los años ochenta, cuando Estados Unidos intentaba comprender la rápida expansión del VIH, el nombre de este auxiliar de vuelo francocanadiense quedó asociado a una etiqueta dura, dolorosa y profundamente estigmatizante: “Paciente Cero”. Se creía que él había llevado el virus al país y que, por su trabajo aéreo, lo había diseminado entre distintos estados. Aquella historia se convirtió en un relato popular y, con el tiempo, en un mito que marcó la memoria colectiva.
Pero la ciencia terminó hablando más fuerte. Un estudio publicado décadas después desmontó aquella narrativa y demostró que Dugas no fue el origen del VIH en Estados Unidos. Investigadores analizaron muestras históricas de sangre de los años setenta, anteriores incluso al diagnóstico oficial de los primeros casos, y reconstruyeron el mapa genético del virus. El resultado fue contundente: el VIH ya circulaba en territorio estadounidense antes de que Dugas siquiera fuera identificado como portador. Él no introdujo el virus en el país, ni fue responsable de su expansión.
La investigación también permitió comprender mejor el verdadero viaje del VIH. Los análisis científicos revelan que el virus pasó de África al Caribe y, desde allí, llegó a Estados Unidos en la década de 1970, probablemente a través de múltiples rutas y no por una sola persona. Este hallazgo no solo limpia el nombre de Dugas, sino que además quiebra una narrativa construida sobre miedo, desinformación y el deseo de encontrar un culpable en medio de una crisis sanitaria sin precedentes.
Hoy, el caso de Gaétan Dugas se estudia como ejemplo de cómo el estigma puede nacer incluso antes que la información certera. También recuerda que, ante epidemias y crisis, señalar a individuos suele ser más fácil que enfrentar la complejidad de los datos. Casi cuarenta años después del inicio del sida, la ciencia permitió corregir un error histórico y devolverle dignidad a quien fue acusado sin fundamento.



