Cuando pensamos en Hannibal Lecter, el sofisticado y aterrador psiquiatra caníbal de El silencio de los inocentes, pocos imaginan que su oscura genialidad tuvo raíces reales en México. El personaje, que cautivó a millones a través de los libros de Thomas Harris y su adaptación al cine con Anthony Hopkins, fue inspirado por Alfredo Ballí Treviño, un médico regiomontano con un pasado criminal tan inquietante como fascinante.
En 1963, Thomas Harris —entonces periodista— viajó a México para investigar el caso de Dykes Askew Simmons, un prisionero estadounidense condenado por asesinato que había intentado escapar. Durante su reporteo, Harris terminó entrevistando a un médico interno de la prisión estatal de Topo Chico que había atendido a Simmons tras el fallido escape. Aquel médico era Alfredo Ballí Treviño, un hombre de modales refinados, voz serena y una mirada penetrante.
Lo que Harris descubrió más tarde lo dejó impactado: el doctor que lo había recibido con tanta cortesía estaba cumpliendo condena por un brutal asesinato.
El crimen que marcó su destino
Ballí Treviño fue condenado en 1959 por asesinar y desmembrar a su pareja sentimental, Jesús Castillo Rangel, con quien mantenía una relación clandestina. El crimen conmocionó a Monterrey: el médico utilizó sus conocimientos clínicos para seccionar el cuerpo y enterrarlo en una propiedad rural. Fue sentenciado a muerte, aunque más tarde su pena fue conmutada por 20 años de prisión. Salió en libertad en 1980 y retomó una vida discreta como médico general hasta su fallecimiento en 2009.
Thomas Harris jamás reveló de inmediato quién inspiró a Lecter, pero en entrevistas posteriores y biografías no autorizadas se confirmó el vínculo con Ballí Treviño. Aunque el personaje de Hannibal es una mezcla de ficción y múltiples influencias, la elegancia, el intelecto afilado y la capacidad de manipulación que Harris vio en el doctor mexicano fueron clave para construir al icónico asesino.
El legado de Alfredo Ballí Treviño permanece en la penumbra, enterrado entre páginas de ficción y archivos judiciales. Pero su sombra, sin duda, ayudó a dar vida a uno de los villanos más escalofriantes del siglo XX.