¿Buscando Google para ver un doodle de Panamá La Vieja? Lamentamos decirte que esta vez no nos tomaron en cuenta, a pesar de llegar a la magnífica cifra de 500 años.
El mayor buscador en Internet dedica el doodle al natalicio de un mexicano se llamó Ignacio Anaya García.
Ignacio Anaya no fue ni rico ni famoso en vida, a pesar de ser conocido mundialmente y de pasar a la posteridad por su apelativo llevado a la gastronomía: Nacho.
Nació el 15 de agosto, hace 124 años, en 1895, en una localidad mexicana del estado de Coahuila llamada Acuña.
Pero su historia en los libros comienza con la anécdota que vivió casi a sus 50 años y que, a pesar de que seguro que le hizo sudar en aquel momento, le acabó dando fama mundial por su creatividad.
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La historia es sencilla en su esencia pero confusa en los datos y con variedad de versiones. Todo ocurrió en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, en el Club Victoria de Piedras Negras en el que trabajaba Ignacio como jefe de camareros. Al local llegaron un grupo de mujeres, esposas de militares norteamericanos -unos dicen que eran doce y otros que seis-, para comer algo.
También en este punto una de las versiones asegura que era muy pronto y aún no estaba lista la cocina ni los ingredientes para dar de comer y otra versión dice que era tarde, a punto de cerrar, y que existía el mismo problema de escaso personal y de cocina cerrada.
El caso es que Ignacio tiró de experiencia para contentar a las clientes y de creatividad para saciar su apetito y tomó unas tortillas fritas cortadas en forma de triángulo (en México denominadas totopos) y las introdujo en el horno, esparciendo antes por encima de ellas algo de queso Wisconsin rayado y unas rajas de chile jalapeño.
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El resultado del plato fue una sorpresa para las mujeres -y seguro que para Ignacio también-, que lo calificaron de “delicia” y preguntaron a su autor por el nombre de la ‘delicatessen’.
En este punto las diversas versiones también apuntan dos teorías: la primera de ellas es que Ignacio, humilde y a la vez ingenuo por la sorpresa y la repercusión de su servicio, respondió un simple “no sé”, por lo que fue una de las mujeres, tras preguntarle a Ignacio su nombre y responder éste por su apelativo, la que tuvo la idea de bautizar aquella comida de color naranja como “Nacho’s Special”.
La segunda teoría, sin embargo, cuenta que fue el propio Ignacio el que culminó su creatividad bautizándola con su apodo, y además añadiendo la palabra especial: ‘Nacho’s Special’.