Con cerca de 15 mil estudiantes de todo el país participando en distintas fases y poco más de mil atletas compitiendo en la etapa final, los Juegos Intercolegiales Meduca 2025 a nivel de premedia han sido más que una vitrina deportiva: han sido una celebración de esfuerzo, sueños y transformación. Desde el atletismo hasta el ajedrez, cada disciplina ha dejado historias para contar, pero dos en particular brillaron con fuerza propia.
De platos y desodorantes a la medalla de oro
Ashley Jiménez vive en Quebrada de Guabo, una comunidad al norte del distrito de San Félix, en la Comarca Ngäbe Buglé, y acaba de convertirse en campeona nacional de tenis de mesa en los Juegos Intercolegiales. Lo hizo con una humildad conmovedora y un talento que se forjó, literalmente, desde el piso de su casa.
“Yo veía a los chicos practicando el tenis de mesa y me cautivó cómo jugaban. Y comencé a practicar en mi casa, en el suelo, jugando con mis primos”, contó. Sus primeras raquetas eran platos y la pelota venía de un desodorante. Ahora, tras ganar la medalla de oro, representará a Panamá en los Juegos Codicader en Costa Rica.
Ashley estudia en el Centro Educativo Básico General Quebrada de Guabo y este lunes recibió un regalo que cambiará su entrenamiento: una mesa oficial de tenis de mesa, gestionada por Meduca, será trasladada hasta su escuela.
“El día que fui a jugar fútbol en David, me sentí muy mal, me rendí, pensé que ya no iba a participar más en deportes… pero no sabía lo que podía lograr en otros”, recordó emocionada. Hoy sueña con convertirse en profesora de educación física. Pero más allá del podio, lo que ha logrado Ashley es abrir una puerta donde antes sólo había tierra, platos y desodorantes. Su historia ya inspira a muchos en su comunidad.
Alba McFarlane (primera a la derecha), con tan solo 12 años, ha deslumbrado en los Juegos Intercolegiales.El legado de las McFarlane
Alba McFarlane es la menor de tres hermanas y vive en Nuevo Chorrillo. A sus 12 años, ha demostrado que la velocidad y el corazón vienen de familia. Mientras ella deslumbraba en el estadio Rommel Fernández, su hermana mayor Ivanna ganaba la medalla de oro en los relevos del Campeonato Centroamericano de Atletismo en Managua. Su otra hermana, Alexa, también corre. El atletismo en casa es una tradición que se transmite con disciplina y pasión.
Alba, que estudia en el colegio José Antonio Remón Cantera, se coronó campeona en los 1200, 600 metros, salto alto y relevo femenino. “En estos Juegos me ha ido muy bien. Estaba un poquito nerviosa porque nunca había ido a unos intercolegiales así, pero me gustó mucho competir. Entrené todos los días para dar un buen resultado”, dijo con una mezcla de inocencia y madurez.
El momento más sorpresivo, confiesa, fue en los 600 metros. “Venía un poquito nerviosa viendo a las niñas que iban a competir. Después del 1200, el 600 me parecía corto, pero me esforcé al máximo”, explicó. No solo lo ganó, sino que dejó claro que lo suyo es correr con el alma.
Más allá del deporte, Alba tiene claro su propósito: “Quiero estudiar medicina y ser cardióloga”. Pero también sueña en grande en las pistas: “Si ahora estoy haciendo un buen trabajo, ¿cómo será cuando esté más grande? Comeré mejor, seré más disciplinada, más responsable. Podré hablar mejor con los medios y todo ese tipo de cosas”, expresó con una sonrisa tímida.


