El fenómeno musical global Bad Bunny volvió a demostrar por qué es uno de los artistas más comentados del planeta.
Su aparición como anfitrión y presentador musical en Saturday Night Live (SNL) no solo estuvo cargada de energía sobre el escenario, sino que también regaló uno de los momentos más virales de la temporada gracias a un sketch que mezcló cultura pop latina y humor estadounidense de forma explosiva.
En un giro que nadie vio venir, el puertorriqueño sorprendió al público al personificar a “El Marceline”, un excéntrico personaje que se presenta como el “hijo urbano de Quico”, el clásico personaje de “El Chavo del 8” interpretado originalmente por Carlos Villagrán.
El sketch trasladó a los espectadores directamente a la icónica vecindad mexicana, donde “El Marceline” —con vestuario inspirado en el traje marinero de Quico, pero con un toque moderno muy al estilo “Benito”— irrumpió en escena como un artista puertorriqueño extravagante, mezclando actitudes del trap y gestos exagerados del personaje original.
La premisa era sencilla, pero efectiva: imaginar cómo sería el heredero de Quico en pleno siglo XXI.
Con una voz caricaturesca, movimientos marcados y un flow único, Bad Bunny interactuó con versiones actualizadas de los personajes clásicos, desatando risas en el estudio y generando una ola de reacciones inmediatas en redes sociales.
Plataformas como X (antes Twitter), TikTok e Instagram se inundaron de clips, memes y debates sobre la interpretación.
Algunos usuarios celebraron la creatividad y el humor del sketch, calificándolo como uno de los mejores momentos de la temporada; otros discutieron sobre qué tan fiel fue su imitación al personaje original.
Más allá de las opiniones, lo cierto es que el momento se volvió tendencia global en cuestión de horas, consolidando a Bad Bunny no solo como un ícono musical, sino también como una figura capaz de generar conversación cultural más allá de la música.
La aparición del artista en SNL incluyó también potentes presentaciones musicales, pero fue este personaje inesperado el que terminó robándose los reflectores, demostrando la habilidad del “conejo malo” para mezclar mundos y conectar con distintas audiencias.

