Las reinas entran en escena
Ambas tunas desplegaron lo suyo: color, alegría y esa rivalidad que late con fuerza desde hace décadas. Las reinas siempre radiantes y escoltadas por sus seguidores hicieron su entrada en medio del pueblo, dejando claro que la corona no se hereda, se pelea. Cada bando mostró su poder de convocatoria y su estilo, dejando una estampa viva de la cultura tableña.
Fiesta, tambor y tradición
La matanza no es solo una parranda. Es un acto cargado de tradición donde se degusta carne de cerdo, se baila al ritmo del tamborito y se canta con alma. Es un momento en el que el pueblo se encuentra para celebrar, pero también para dejar claro que la calle a la que se pertenece se defiende con orgullo y pasión.
Se calienta el ambiente
Con esta celebración, los ánimos se elevan, las calles se tiñen de identidad y la cuenta regresiva al Carnaval arranca de forma no oficial, pero con toda la fuerza del corazón santeño.
Ambas tunas están listas. El público, también. Y si la matanza fue el calentamiento... lo que viene promete ser candela.