Gran parte de los bienes de Brigitte Bardot, fallecida el pasado 28 de diciembre a los 91 años, fueron destinados a la Fundación Brigitte Bardot, entidad dedicada a la protección y el cuidado de los animales y principal heredera de su patrimonio.
El corazón de esa herencia es La Madrague, la histórica casa de la actriz en Saint-Tropez y sede inicial de la fundación. La propiedad, valorada entre 25 y 30 millones de euros, fue donada en 1991 en nuda propiedad con un objetivo claro: constituir una base financiera sólida que permitiera a la entidad obtener el estatus de fundación reconocida de utilidad pública en Francia.
“Llegó hasta el final. Donó uno de sus bienes más preciados para crear una base financiera sólida para su fundación”, declaró Christophe Marie, vicedirector de la organización. Actualmente, la fundación se financia en un 89 % con los legados de la propia Bardot y opera con una estructura de unos 100 empleados y 500 voluntarios.
Además de La Madrague, la actriz cedió otras propiedades, como la villa de Bazoches-sur-Guyonne, convertida en refugio para animales, y una finca en Savolles utilizada para albergar animales e inquilinos, cuyos alquileres nunca se cobraron y fueron asumidos como donaciones. Bardot también era propietaria de La Garrigue, en las colinas de Saint-Tropez, y de una villa en Cannes con vistas al macizo del Estérel, puesta a la venta en 2020 por cerca de 6 millones de euros. En conjunto, la herencia se estima en unos 60 millones de euros.
Por ley, su único hijo, Nicolas-Jacques Charrier, de 66 años, recibirá una parte mínima del patrimonio, ya que en Francia los hijos son herederos obligatorios. Aunque la relación entre madre e hijo fue distante durante décadas, en los últimos años retomaron el contacto. Nicolas reside en Noruega junto a su familia, donde viven también las nietas y bisnietas de la actriz.


