Fue una ceremonia íntima pero muy llena de sentimiento en la que se le dio un hasta pronto terrenal al gran maestro, al “Trompeta de América”, Víctor Vitín Paz.
En la Basílica Don Bosco se dieron cita familiares, amigos, músicos y estudiantes quienes con su presencia reafirmaron el agradecimiento eterno que esta tierra istmeña le tendrá a uno de sus hijos que ha partido y que tanta gloria le dio al terruño que lo vio nacer. Al ritmo de tonadas entre las que sobresalía el instrumento que fue su vida, la trompeta, su féretro salía por última vez a lo que será la morada de sus restos el campo santo.
Partió un titán como bien lo aseguró otro grande, el maestro Rubén Blades, pero los presentes en su despedida, entre ellos sus estudiantes son garantía de que su legado sigue vivo y que seguirán siendo prueba viviente de que Panamá es un país chico en extensión geográfica pero grande en el talento de sus hijos.