La tradición de los nacimientos navideños tiene raíces profundas. Su origen se remonta al invierno de 1223 cuando San Francisco de Asís, en la localidad italiana de Greccio, decidió representar por primera vez el nacimiento de Jesús de forma viva, con personas y animales reales.
Aquella escena sencilla, buscaba mostrar la humildad del entorno donde nació el Niño Dios.
Con el tiempo, la costumbre se extendió por toda Europa y, siglos después, se introdujeron las primeras figuras de barro que darían paso a los nacimientos como hoy se conocen.
Hoy, en medio de árboles, luces y otras costumbres modernas, hay personas que siguen empeñadas en mantener vivo ese legado.
Una de ellas es Jacqueline Cerrud, quien lleva casi 55 años creando nacimientos. Cuenta que todo comenzó por enseñanza de su madre, cuando colocaron su primer nacimiento directamente en el suelo de la casa. Desde entonces, la tradición se volvió parte de su vida.
Fotos por Gabriela HerreraJacqueline Cerrud (Creyente)
“Esto no es algo que uno lo inventa, uno lo vive.”
Cada año diseña algo nuevo y esta vez incorporó cinco estaciones: la casa de la Anunciación, la Visitación, el primer sueño de José, el palacio de Herodes y la presentación del Niño Jesús en el templo. Para ella, el nacimiento no es solo decoración: es memoria, emoción y fe heredada. Su deseo es que ese trabajo continúe con sus nietos, como un legado familiar.
Fotos por Gabriela Herrera
Fotos por Gabriela Herrera
Fotos por Gabriela Herrera
Fotos por Gabriela HerreraTreinta años de fe y figuras
Algo similar ocurre en el hogar de Rocío González, cuyo nacimiento tiene más de 30 años y ocupa una pared completa. Su obra está inspirada en los misterios de gozo y narra la historia de la Virgen María desde su niñez hasta el nacimiento del Redentor.

Rocío González (creyente)
“Todo el mundo habla del Santo Claus pero la navidad es el niño Jesús”
Rocío explica que su familia le inculcó la tradición desde pequeña, construyendo casas y escenarios con sus propias manos. Montar el nacimiento puede tomar entre tres y diez días, y guardarlo requiere el mismo cuidado para conservar las figuras que han acompañado a la familia por décadas.
Ambas coinciden en que la tradición puede sobrevivir si se transmite con cariño, paciencia y sentido.





En cada figura, cada pasaje y cada escena, los nacimientos siguen contando la misma historia: la de una Navidad que se construye, año tras año, desde la fe y la memoria.


