Han pasado ya tres décadas desde que Mariah Carey lanzó su emblemática canción All I Want For Christmas Is You, y cada año, como si de un ritual se tratara, la artista “despierta” el espíritu navideño del mundo entero. Desde su estreno en 1994 dentro del álbum Merry Christmas, el tema se ha convertido en un himno atemporal de la cultura pop, capaz de resistir modas, generaciones y géneros musicales.
Como ya es tradición, cada 1 de noviembre —justo después de Halloween— la cantante estadounidense anuncia en redes sociales que “ya es hora” con su famoso grito “It’s time!”, marcando así el inicio no oficial de la temporada navideña. A partir de ese momento, su voz se cuela en centros comerciales, parques, fiestas y prácticamente cualquier evento público, recordando que la Navidad está a la vuelta de la esquina.
Pero detrás del fenómeno musical se esconde también un negocio multimillonario. Según cálculos de The Economist, Carey obtiene alrededor de 2,5 millones de dólares en regalías cada año gracias a las reproducciones, ventas y derechos de uso de All I Want For Christmas Is You. Otras estimaciones, como las del New York Post, elevan esa cifra hasta los 3 millones de dólares por temporada. Una ganancia más que justificada para una canción que, desde su lanzamiento, encabezó las listas de éxitos en 26 países y generó más de 60 millones de dólares en su primera etapa.
El éxito del tema no se limita a las plataformas digitales —donde Spotify la consagra como la canción navideña más escuchada del mundo—, sino que también ha sido parte de innumerables películas, series y campañas publicitarias. Su impacto es tan profundo que fue incluida en el Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, un honor reservado solo para obras consideradas cultural, histórica o estéticamente significativas.
A sus 56 años, Mariah Carey no solo mantiene su reinado como la “Reina de la Navidad”, sino que cada diciembre reafirma que su clásico de 1994 sigue siendo la banda sonora universal de la época más festiva del año. Y todo parece indicar que, al menos por ahora, nadie le arrebatará ese trono brillante y lleno de villancicos.



