Después de 45 años lanzándose desde aviones, colgándose de rascacielos y corriendo como nadie en Hollywood, Tom Cruise recibió este domingo su primer Óscar, no por un papel en particular, sino como reconocimiento a toda una trayectoria que ya es leyenda.
El actor se trepó al escenario del Salón Dolby de Hollywood durante una gala especial donde fue recibido como lo que es: un peso pesado de la industria. La música de Misión Imposible retumbó en el salón mientras colegas y amigos lo aplaudían de pie.
Entre los invitados que lo acompañaron estaban Colin Farrell, Emilio Estévez y nada menos que Steven Spielberg, el director con quien Cruise trabajó en Minority Report y Guerra de los mundos. Pero el encargado de presentarlo fue el cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu, quien actualmente dirige a Cruise en la película Judy.
Iñárritu arrancó risas cuando confesó que “Cruise fue capaz de comer más chile que cualquier mexicano durante el rodaje”, una anécdota que desató carcajadas entre los invitados. Luego, remató con una frase irónica: resumir una carrera de cuatro décadas “es la misión imposible más grande”.
Ya con el Óscar en las manos, Cruise dijo que su amor por el cine nació cuando era apenas un pelado curioso. “Las películas me despertaron ganas de aprender, de ver el mundo y de entender a las personas”, expresó.
Aunque ha sido nominado en cuatro ocasiones, nunca había logrado llevarse la estatuilla. Este Óscar honorario se le entregó como parte del homenaje que la Academia dedica a las figuras que han marcado a fuego la historia del cine. Un premio que, para muchos, ya se había tardado.



