Cuando comienzo a escribir esta columna el televisor proyecta las imágenes del papa Francisco en el aeropuerto de Tocumen. La JMJ ha concluido dejándonos un sinfín de vivencias, anécdotas y reflexiones.
Esta mañana, en la misa de envío que presencié junto a mis hermanos del Comité Interreligioso, me impresionó el llamado que hizo el papa Francisco a los jóvenes: No son el futuro, son el ahora.
Apenas lo escuché supe que esas eran las palabras que me gustaría que calasen en nuestra sociedad panameña y, en especial, en su clase dirigencial.
En este torneo electoral próximo a iniciar, quisiera escuchar a los candidatos hablar de los planes y las propuestas que tienen para ese presente que imaginan para nuestros jóvenes. Sería deseable saber qué piensan hacer en educación, en 'primer empleo', en acceso a la vivienda y en todos los demás temas que son vitales para la juventud.
También para nosotros en nuestras realidades cotidianas el llamado resulta desafiante. ¿Estamos dispuestos a darles a los jóvenes el protagonismo que se merecen? ¿A sentarlos en la mesa de los 'adultos' y a incorporarlos en los procesos de toma de decisión de nuestras organizaciones? ¿Seremos capaces de dar guía y orientación para que los jóvenes realicen su potencial aquí y ahora?
El avión que lleva al Papa de regreso acaba de despegar. Hemos sido privilegiados de haberlo tenido unos días con nosotros. Su visita podrá quedar como un lindo recuerdo o podemos usarla como un punto de inflexión para reacomodar nuestras prioridades y comenzar a construir la sociedad que anhelamos para nosotros y nuestros hijos.
Ojalá que nuestra respuesta como individuos y como sociedad esté a la misma altura que la calidad y la nobleza que demostramos durante toda la JMJ.
Por: Gustavo Kraselnik