La Real Academia de las Ciencias de Suecia ha otorgado el Premio Nobel de Física 2025 al británico John Clarke, al francés Michel H. Devoret y al estadounidense John M. Martinis, por haber logrado lo que parecía inconcebible: mostrar que los fenómenos del mundo cuántico pueden manifestarse en objetos visibles y manipulables por el ser humano.
Sus experimentos, realizados en los años 80, demostraron que partículas cargadas en un circuito eléctrico podían comportarse como una sola partícula cuántica capaz de atravesar barreras, lo que se conoce como “efecto túnel”. Este fenómeno, reservado hasta entonces al mundo microscópico, sentó las bases de la computación cuántica moderna, los sensores ultraprécisos y la criptografía de nueva generación.
En la Universidad de California, Berkeley, los científicos crearon un circuito con dos superconductores separados por una delgada capa aislante, conocido como unión Josephson. Allí observaron cómo la corriente eléctrica podía “escapar” del estado de voltaje cero, un comportamiento cuántico que confirmaba que el sistema estaba cuantizado, es decir, solo absorbía o emitía energía en valores específicos.
“Es maravilloso celebrar cómo la mecánica cuántica, con un siglo de antigüedad, sigue ofreciendo sorpresas y aplicaciones prácticas”, destacó Olle Eriksson, presidente del Comité Nobel.
Los tres científicos —de 83, 72 y 67 años respectivamente— han contribuido a cimentar la era de los ordenadores cuánticos superconductores como los desarrollados por Google e IBM. “Una de las razones por las que mi teléfono funciona hoy es gracias a este trabajo”, comentó con humor John Clarke, al conocer la noticia.


