La esperanza de salir de prisión volvió a esfumarse para Lyle Menéndez. Al igual que su hermano Erik, el mayor de los condenados por el asesinato de sus padres, José y Kitty Menéndez, deberá seguir cumpliendo condena tras más de tres décadas entre rejas.
La decisión se tomó la noche del viernes en California, después de una maratónica audiencia de 11 horas. Apenas 24 horas antes, su hermano menor, de 54 años, había recibido la misma negativa. Con ello, ambos continuarán purgando la sentencia por el doble crimen ocurrido el 20 de agosto de 1989, un caso que sacudió a Estados Unidos y que volvió al centro del debate tras el estreno en 2024 de la serie Monstruos en Netflix.
Durante la audiencia, la comisionada de libertad condicional Julie Garland describió a Lyle, de 57 años, como un recluso ejemplar. Sin embargo, resaltó que “todavía lucha con rasgos antisociales y una tendencia a minimizar sus actos”, factores que pesaron en la balanza. Además, se recordó que en marzo de 2024 fue sorprendido con un teléfono móvil dentro de la cárcel, una falta disciplinaria que reforzó el argumento de los oficiales penitenciarios.
La defensa de los hermanos ha insistido durante años en que actuaron en defensa propia, tras años de presuntos abusos psicológicos y sexuales por parte del padre, con el conocimiento de la madre. La fiscalía, en cambio, sostuvo siempre que se trató de un asesinato motivado por dinero y ambición.
Un fallo con sabor a derrota
Aunque en mayo pasado un tribunal modificó la condena inicial de cadena perpetua sin revisión y la transformó en 50 años a vida con opción de libertad condicional, la audiencia no cambió el destino inmediato de Lyle. Podrá volver a solicitar revisión en tres años, aunque existe la posibilidad de un análisis anticipado.
La familia Menéndez reiteró su respaldo al recluso, tal como lo hizo con Erik. “Esto no es el final del camino”, indicaron en un comunicado. Ahora, todo queda pendiente de una eventual clemencia del gobernador de California, Gavin Newsom, última carta de esperanza para los hermanos que, pese a los años, siguen dividendo a la opinión pública entre quienes los ven como víctimas y quienes los consideran asesinos despiadados.



