El rey Carlos III ha sido siempre un apasionado por la naturaleza, y sus jardines en su residencia de campo en Gloucester son considerados verdaderos tesoros verdes. Sin embargo, los encargados de mantenerlos han revelado que lo que aparenta ser un oasis, en realidad es un terreno hostil... y no precisamente por las espinas.
Según el diario The Times, 11 de los 12 jardineros que trabajaban bajo las órdenes del monarca han presentado su renuncia en los últimos tres años. ¿La razón? Condiciones laborales casi “infumables”: exigencias absurdas, jornadas extenuantes, trato descortés y, para colmo, sueldos bajísimos.
“Lo que pide es ridículo”, dijo una fuente cercana al equipo de jardinería. “Todo tiene que estar perfecto, hasta la dirección del viento al mover las flores. Y si algo no le gusta, lo hace saber... y no de la manera más amable.”
Las quejas apuntan no solo a la carga de trabajo, sino a un ambiente tenso y agresivo, donde los empleados aseguran haber sido blanco de malos tratos verbales por parte del rey. Lo que más indigna, afirman, es que no se compensa con un salario justo: los pagos no se ajustan al nivel de presión y detalle exigido.
El rey, conocido por su amor al medio ambiente, se ha presentado en numerosas ocasiones como defensor de la naturaleza y de quienes la cuidan. Sin embargo, estas denuncias han puesto en entredicho esa imagen ecológica, al menos puertas adentro.