La tensión entre Irán e Israel alcanzó su punto más crítico en décadas. En la madrugada de este lunes 16 de junio, el régimen iraní lanzó una nueva andanada de misiles balísticos contra territorio israelí, como respuesta directa a los bombardeos israelíes sobre instalaciones militares, nucleares y hasta mediáticas dentro de Irán.
Las ciudades de Tel Aviv, Haifa, Bnei Brak y Petaj-Tikva fueron las más afectadas. Los impactos dejaron al menos 11 personas muertas y decenas de heridos, mientras los equipos de emergencia trabajan contrarreloj entre escombros para rescatar sobrevivientes. En paralelo, la Guardia Revolucionaria Iraní celebró el ataque y prometió más ofensivas “devastadoras” si Israel continúa su campaña.
Del lado iraní, las cifras son incluso más alarmantes. Desde el viernes, los ataques aéreos israelíes han dejado al menos 224 muertos y más de mil heridos, según el Ministerio de Salud de Irán. Entre los blancos alcanzados están el centro de enriquecimiento de uranio de Natanz, instalaciones militares en Mashhad y la sede de la televisión estatal en Teherán, esta última atacada en plena transmisión en vivo.
La primera confrontación directa de gran escala entre ambos países ha provocado un éxodo masivo desde Teherán, atascos en las salidas terrestres y cierre del espacio aéreo. Mientras tanto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pidió una tregua y advirtió que “Irán no está ganando esta guerra”.
En medio del caos, la oposición israelí cerró filas con el gobierno de Benjamin Netanyahu, mientras el ejército israelí asegura haber tomado control aéreo sobre Teherán. Las Fuerzas de Defensa de Israel afirman haber destruido un tercio del arsenal de lanzamisiles de Irán y no descartan más ataques.
La amenaza de una guerra regional está sobre la mesa, y líderes del G7, reunidos en Canadá, afirmaron que buscan con urgencia una desescalada diplomática.