El artefacto no tripulado contaba con internet satelital, cámaras y capacidad para cruzar fronteras sin ser detectado.
La Armada de Colombia logró un histórico golpe al narcotráfico esta semana al interceptar un narcosubmarino no tripulado en aguas del mar Caribe, específicamente en inmediaciones del Parque Tayrona, en Santa Marta. El hallazgo, considerado el primero de su tipo en el país, marca un antes y un después en los métodos empleados por las redes criminales dedicadas al tráfico internacional de drogas.
Según información oficial, el artefacto —similar en apariencia a una lancha gris pero con capacidades submarinas— estaba equipado con tecnología de alto nivel, incluyendo un módem satelital Starlink, dos antenas y cámaras de vigilancia tanto interna como externa. Aunque no transportaba carga al momento del decomiso, tenía capacidad para mover hasta 1.5 toneladas de cocaína en rutas de larga distancia.
El sumergible podía recorrer hasta 800 millas náuticas de forma autónoma, siendo monitoreado a distancia por los narcos mediante conexión satelital. Su sistema también permitía verificar en tiempo real el estado mecánico del motor y otros parámetros clave para su funcionamiento.
Voceros de la Marina explicaron que esta incautación forma parte de la Estrategia Multinacional Orión, que en 2025 ha logrado la colaboración de más de 60 países y más de 120 agencias internacionales. Solo en los primeros seis meses del año, se han decomisado más de 2,300 toneladas de drogas, entre ellas 327 toneladas de cocaína.
Expertos en seguridad señalan que este tipo de narcosubmarinos comenzaron a utilizarse desde hace algunos años por cárteles mexicanos, que habrían contratado ingenieros especializados para construir estas unidades sin tripulación y de difícil detección.
En lo que va del 2025, al menos diez sumergibles no tripulados han sido detectados en distintos puntos del continente, una clara señal de que el narcotráfico está migrando hacia métodos más tecnológicos y menos arriesgados para sus operadores.
Las autoridades colombianas enfatizaron que se trata de una amenaza creciente para la seguridad marítima y reiteraron su compromiso de reforzar la vigilancia, ahora también con enfoque tecnológico.
El operativo del 1 de abril fue posible gracias al monitoreo constante de las rutas marítimas en la región, y representa una advertencia directa al crimen organizado: la inteligencia naval está cada vez más preparada para enfrentar nuevas formas de contrabando marítimo.