El parque de atracciones Marineland, ubicado en Ontario, Canadá, atraviesa una de las crisis más graves en su historia. La administración anunció esta semana que considera la eutanasia de 30 belugas ante la falta de recursos para mantenerlas con vida, luego de que el Gobierno federal rechazara asumir los costos de su cuidado.
La situación se tornó aún más crítica después de que la ministra de Pesca, Joanne Thompson, denegara la solicitud de exportar los animales al parque temático de Zhuhai, China, alegando preocupaciones sobre el trato que podrían recibir allí. La decisión se basa en la reforma de la Ley de Pesca de 2019, que prohíbe el uso de ballenas y delfines para fines de entretenimiento en todo el territorio canadiense.
“Esta ley busca proteger la dignidad y el bienestar de los cetáceos. No autorizaré exportaciones que los expongan a posibles abusos”, sostuvo la ministra en declaraciones recogidas por medios locales. Thompson también dejó claro que el Gobierno no destinará fondos de emergencia para sostener el alimento y tratamiento médico de los animales, cuyo mantenimiento mensual alcanza cifras insostenibles para el parque.
Marineland, que en sus mejores tiempos fue un ícono turístico de Ontario, entró en decadencia en 2020, cuando una investigación de Bienestar Animal reveló la muerte de al menos 12 ballenas en apenas dos años. El informe desencadenó una ola de críticas, protestas y denuncias de maltrato animal, lo que provocó una drástica caída en la asistencia del público y un agujero financiero imposible de revertir.
Desde entonces, el parque ha enfrentado acusaciones legales, deudas crecientes y pérdida de patrocinadores. En febrero pasado, Marineland ganó una apelación para rehipotecar su terreno con el objetivo de recaudar fondos y trasladar a los animales mientras buscaba un nuevo comprador. Sin embargo, la venta no se ha concretado y los recursos se agotan.
El posible sacrificio de las belugas ha generado indignación internacional entre grupos de defensa animal y científicos marinos, quienes advierten que la eutanasia sería una medida “inhumana” y contraria a los principios de conservación. Organizaciones como Whale Sanctuary Project han ofrecido colaborar en la reubicación de los animales a santuarios naturales, pero sin apoyo gubernamental el traslado sigue siendo inviable.



