La frontera entre Tailandia y Camboya volvió a convertirse en un campo de batalla luego de intensos enfrentamientos armados registrados en zonas en disputa, dejando al menos once civiles tailandeses muertos y otros 14 heridos, según informaron las autoridades tailandesas. Los combates, que incluyeron intercambio de disparos, bombardeos y lanzamientos de cohetes, marcan una escalada peligrosa en una tensión que venía gestándose desde hace meses.
La ofensiva se desató pocas horas después de que ambas naciones anunciaran una reducción en sus relaciones diplomáticas, en respuesta a la explosión de una mina terrestre que hirió a varios soldados tailandeses. Este incidente fue el catalizador inmediato de una espiral de violencia que ya se había intensificado desde mayo, cuando un soldado camboyano fue abatido en circunstancias que aún no han sido esclarecidas del todo.
Tailandia respondió a los ataques con fuerza, desplegando ataques aéreos sobre posiciones militares camboyanas en las zonas en disputa. Las autoridades tailandesas han señalado que los blancos fueron objetivos militares legítimos y que su intención es defender la integridad territorial ante las provocaciones.
Por su parte, el gobierno camboyano aún no ha divulgado cifras oficiales sobre víctimas en sus filas ni ha emitido una declaración completa sobre el alcance de los ataques, aunque testigos en la región aseguran que varias aldeas cercanas a la frontera también han sufrido daños por los bombardeos.
Este es el segundo choque armado significativo en lo que va del año entre ambos países, cuyas tensiones se remontan a antiguas disputas limítrofes que involucran templos históricos y zonas ricas en recursos naturales.
La comunidad internacional ha expresado preocupación por el riesgo de una escalada mayor, instando a ambos gobiernos a retomar el diálogo diplomático y evitar más pérdidas humanas.



