Con la voz quebrada y las manos apretadas de nervios, Ana y Kimberly, hermanas de Eduardo Javier Sánchez García (24 años), contaron entre lágrimas lo que viven desde hace 24 días: la angustia de no saber dónde está. “Solo queremos que nos digan si está bien… que nos llame, que vuelva a casa”, imploran.
Eduardo fue visto por última vez el domingo 3 de agosto, cuando salió de su turno nocturno a las 6:00 a.m. y tomó un taxi desde el Parque Feuillet, en La Chorrera, hacia El Progreso #1, Puerto Caimito, para buscar a un amigo. Según un vecino —padre del muchacho—, el amigo no estaba en casa. Desde ese momento, nadie más volvió a verlo.
“La distancia a nuestra casa en Progreso #2 es de menos de 15 minutos; ese día nunca regresó”, relató Ana.
Un compañero de trabajo confirmó a las autoridades que lo vio abordar ese taxi, lo que constituye hasta ahora el último rastro confirmado de su paradero.
Un joven trabajador y querido
Trabajador y responsable, Eduardo es ayudante general en tres locales comerciales. “No es de desaparecerse; si iba a faltar lo avisaba e inclusive preguntó que a qué hora debía llegar el lunes. Su jefa lo quiere como a un hijo”, recordó Kimberly, resaltando que incluso su jefa, a quien considera como una madre, se encuentra preocupada.
Ese fin de semana había trabajado en un local municipal que opera 24 horas, por lo que salió temprano del turno. El sábado anterior incluso lavó su ropa y se preparó para lo que parecía ser un día normal de trabajo.
Contradicciones y frustración
Las hermanas denunciaron que han recibido versiones contradictorias en la investigación: en un inicio les dijeron que Eduardo fue visto en una tienda, pero después negaron esa versión. “Eso nos desespera más, porque no hay claridad”, aseguraron.
También cuestionan la falta de empatía de las autoridades. “A mi papá le dijeron que nos lo entregarían vivo. No pueden asegurar algo así. Eso duele y juega con nuestros sentimientos”, lamentaron. Añadieron que desde que el caso pasó a la capital sienten menos acompañamiento de los fiscales y que son ellas quienes deben insistir para obtener información.
Una familia destrozada
El padre de Eduardo llora todas las noches preguntando: “¿Dónde está mi hijo?”. Sus hermanas dicen que no pueden dormir esperando escuchar un golpe en la puerta o en la ventana que anuncie su regreso.
Eduardo es descrito como un joven inquieto, sociable y muy aseado, que solía bañarse varias veces al día. “Él no se iría con lo puesto. Si fuera una broma, llevaría ropa, una maleta. Ama a sus sobrinos; no los dejaría así”, dijo Kimberly entre sollozos.
No es un caso aislado
Lo que más preocupa a la familia es que la desaparición de Eduardo no es la única registrada en el sector de El Progreso. En los últimos meses, vecinos han reportado otros casos de personas —principalmente jóvenes— que también han desaparecido sin dejar rastro.
“No entendemos qué está pasando en El Progreso. No es solo Eduardo; hay más familias sufriendo lo mismo”.
Soledad y llamado urgente
Las hermanas también lamentan que ningún medio grande les abrió las puertas. Solo Mi Diario y una página local del Oeste han acompañado su clamor. “Queremos que se sepa que seguimos buscando a Eduardo. Son 23 días sin dormir, con el corazón en la mano”, señalaron.
Eduardo vestía gorra blanca, abrigo crema con negro, zapatillas Converse negras, pantalón tipo buzo verde y cargaba una bolsita negra Nike el día de su desaparición.
La comunidad de Puerto Caimito sigue difundiendo la alerta y la familia pide a cualquier persona que lo haya visto o que tenga información que se comunique a los teléfonos 6574-1785 o 6597-7781.
“Queremos que aparezca, que nos diga que está bien. Cada hora sin noticias es una tortura”, concluyeron sus hermanas, entre lágrimas.

