El reconocido arquitecto canadiense-estadounidense Frank Gehry, uno de los creadores más influyentes y revolucionarios del último siglo, murió este viernes en California, Estados Unidos, a los 96 años, según confirmaron medios locales.
Gehry, ganador del premio Pritzker y célebre por su audaz manejo de las curvas, los metales y las formas escultóricas, deja un legado que transformó el paisaje urbano de múltiples ciudades alrededor del mundo. Entre sus obras más icónicas destacan el Museo Guggenheim de Bilbao —considerado un punto de inflexión en la arquitectura contemporánea— y el emblemático Biomuseo en la Calzada de Amador, uno de los edificios más fotografiados y reconocibles de Panamá.

Su estilo, caracterizado por estructuras dinámicas que parecen moverse y romper cualquier esquema tradicional, redefinió la relación entre arte y funcionalidad. Gehry fue alabado por arquitectos, académicos y amantes del diseño por igual, y su capacidad para convertir edificios en experiencias sensoriales lo consolidó como una figura irrepetible.
La noticia de su fallecimiento ha generado reacción inmediata en comunidades artísticas y culturales alrededor del mundo, que recuerdan su aporte a la arquitectura global y su influencia en generaciones completas de creadores.
Con su partida, el mundo pierde a un creador que desafió las reglas, reinterpretó los materiales y regaló al público espacios que parecen surgir de un sueño. Su obra permanece como testimonio de una vida dedicada a imaginar —y construir— lo imposible.



