La Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (ANTAI) acaba de dar un golpe fuerte en la Universidad de Panamá. Un total de 11 funcionarios han sido sancionados por cometer faltas graves al Código de Ética de los Servidores Públicos, revelando una serie de irregularidades dentro de la principal casa de estudios del país.
El anuncio, que ha sacudido los pasillos de la universidad, llega tras una investigación exhaustiva que destapó comportamientos que no solo van en contra de la ética, sino que también afectan la imagen de la institución. Según la ANTAI, las faltas incluyen nepotismo, el uso inapropiado del cargo, irresponsabilidad en el cumplimiento de funciones, y el desvío de horas laborales para actividades ajenas a los objetivos institucionales.
Entre los casos más escandalosos, se destaca el favorecimiento de vínculos familiares dentro de la misma institución. ¡Nada nuevo bajo el sol! Esta práctica, tan común en el sector público, fue identificada y documentada en la investigación. Además, se encontró que algunos funcionarios aprovecharon su posición para fines personales, comprometiendo la integridad de la función pública.
La ANTAI también mencionó que algunos empleados fueron responsables del uso irresponsable de recursos humanos y horas laborales, desviándolos de sus funciones y, en su lugar, participando en actividades ajenas a su deber. Sin embargo, la ANTAI hizo un llamado contundente a la reflexión, subrayando que la función pública debe responder siempre al interés colectivo, no a favores personales.
Para los panameños, esta noticia no pasa desapercibida. La Universidad de Panamá, que debería ser el mayor ejemplo de integridad y excelencia en el servicio público, ha quedado marcada por estos escándalos. ¿Será que la casa de estudios más prestigiosa del país podrá superar este golpe a su reputación?