Han pasado 45 días desde que la Asamblea Nacional instaló su nuevo periodo, y hasta ahora lo que más ha sonado son discursos, fotos oficiales y negociaciones internas. Lo que no aparece en el tablero son avances concretos en las leyes que afectan directamente a la gente.
Tras la elección de las juntas directivas y la conformación de las comisiones, el llamado desde distintos sectores ha sido tajante: ya no hay espacio para más excusas. Lo que se espera ahora es acción, y rápido.
La Comisión de Presupuesto está en la mira, pues debe arrancar con las vistas presupuestarias, un proceso que va mucho más allá de un simple requisito legal. Allí se define el Presupuesto General del Estado, y con ello la manera en que se reparte el dinero público. Analistas advierten que, en años anteriores, la falta de rigor en estas discusiones ha permitido mantener privilegios insostenibles como las jubilaciones especiales para magistrados de la Corte Suprema, el Tribunal Electoral y jueces superiores, beneficios que pesan en las finanzas estatales.
Pero los ojos no están solo en presupuesto. Otros proyectos que esperan por debate incluyen la revisión de la Ley 468 sobre intereses preferenciales, clave para miles de familias que buscan una vivienda; la regulación del hospedaje turístico de corta estancia, que podría dar un respiro a la industria turística; y la ansiada Ley General Anticorrupción junto con reformas al Código Penal, propuestas que se consideran piezas claves para recuperar la confianza en las instituciones y frenar los casos de corrupción que han golpeado al país.
Mientras tanto, el Reglamento Interno de la Asamblea también está bajo la lupa. Críticos aseguran que su redacción actual funciona como un escudo que facilita maniobras políticas para dilatar debates y mantener la parálisis legislativa.
La ciudadanía, por su parte, lanza un mensaje directo: no más negociaciones para repartirse cuotas de poder ni proyectos hechos a la medida de intereses particulares. El único pacto válido debe ser con el pueblo, a través de leyes que tengan impacto real en la vida de los panameños.
Con un mes y medio ya perdido, el reloj sigue corriendo y la presión aumenta. La pregunta que queda flotando es si la Asamblea logrará pasar de los discursos a los hechos, o si seguirá acumulando críticas por darle la espalda a las urgencias del país.


