Los colombianos tendrán que regresar a las urnas el próximo 29 de junio para escoger entre un exguerrillero de izquierda de 62 años y un empresario populista de 77 años, dejando atrás más de 200 años en manos de liberales, conservadores y de las “maquinarias políticas”, como ellos les llaman. Eso es histórico.
Pero las lecciones son muchas. Los colombianos siguen siendo apáticos para votar (el 50 % de 39 millones de votantes no lo hizo), los partidos tradicionales fueron duramente derrotados con sus expresidentes, que ya no conectan con la gente; el tema central de la campaña fue la corrupción y las ansias de igualdad social y las redes sociales, como el Tik Tok, son las nuevas formas de hacer política.
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Si bien el país está dividido y la cobertura mediática es casi partidista. Colombia, en medio de su frágil seguridad y sus líos con el narcotráfico, dio un ejemplo de transparencia y agilidad en las elecciones del domingo porque todos los bandos reconocieron el trabajo de la Registraduría Nacional.
Ahora se verá quién tiene más fuerza, si el discurso del miedo para que Petro no gane o el de la incertidumbre para que el “Trump colombiano” Rodolfo Hernández se quede con los crespos hechos. Los colombianos decidirán.