Ante la amplia y creciente oferta de productos, elegir un buen regalo de Navidad se ha convertido en un verdadero desafío para muchas familias. La presión de la publicidad, los catálogos, las redes sociales y las modas influye especialmente en niños y adolescentes, mientras que padres, abuelos y otros familiares pueden sentirse más abrumados que ilusionados al momento de decidir.
“Es importante que esta situación no acabe produciendo estrés o malestar en los progenitores. Nunca hay que olvidar que es una tradición pensada para que disfruten nuestros hijos, pero también nosotros”, señala Pilar Loma Muro, psicóloga y psicoterapeuta especializada en infantojuvenil en Consulta Psicología y Psicodrama.
Expertos consultados coinciden en una clave fundamental: conocer bien a los niños y adolescentes. “Escuchar sus intereses reales y sus gustos, no lo que a nosotros nos gustaba o nos gustaría que les gustara”, subraya Loma Muro. Para lograrlo, el punto de partida es pasar tiempo con ellos y observar cómo juegan, qué les entusiasma y qué les genera curiosidad.
En esa misma línea, Carmen Martínez Conde, coordinadora del Máster en Orientación Educativa Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), destaca el valor de compartir. “Estar horas en el suelo, inventando juegos y mirando el mundo a su lado”, recomienda. La profesora sugiere además hacer un ejercicio de nostalgia y recordar la propia infancia. “Lo que más nos importaba era jugar con quienes queríamos. Eso da una pista clara: un juego que se pueda compartir aporta un valor añadido incalculable”, afirma.
Cuando se trata de adolescentes, la elección puede resultar aún más compleja. “A menudo son un misterio para la familia”, explica Alfonso Navarro, psicólogo clínico y fundador de Ananké Psicología. En estos casos, el reto es mayor: comprender sus códigos, intereses y aquello que les genera bienestar, incluso cuando no coincide con los gustos de los adultos. “Se trata de entender cómo está creciendo el niño que llevan dentro”, añade.
La distancia generacional también puede generar inseguridad al momento de elegir un obsequio. “Si estamos muy alejados de ellos, podemos sentirnos cohibidos y temer no acertar, lo que incluso puede derivar en conflictos familiares”, advierte Adelaida Abruñedo, coach de crianza respetuosa y autora de 49 cosas que debes enseñar a tus hijos antes de los 16 años.
Otra recomendación unánime es evitar el exceso de regalos. “Cuando reciben muchos estímulos materiales en poco tiempo, la gratificación disminuye: disfrutan menos, se vuelven menos pacientes y toleran peor la frustración”, explica Natalia Ortega, psicóloga sanitaria en Activa Psicología. Además, la sobreestimulación puede provocar dispersión y dificultades de concentración.
“Lo importante es la intención: que cada regalo tenga sentido y propósito, y no acumular por acumular”, concluye Sandra Gómez Marrupe, especialista en adolescencia y educación emocional, y fundadora de Talento Adolescente.
En ese sentido, los expertos consideran como los mejores regalos:
-Juegos de mesa, ya que, al compartirlos con familia o amigos, promueven las habilidades sociales y refuerzan vínculos afectivos y sociales.
-Libros, porque desarrollan la capacidad crítica, ofrecen conocimiento, ayudan a pensar y a hablar; y hacen hogar.
-Experiencias compartidas, como un viaje o entradas para el cine o un espectáculo. Incluso, para dar autonomía al adolescente, se puede dejar que él sea quien decida a donde ir.
(Con información de www.elpais.com)


