Mientras muchos pasan por alto una cerca recién pintada, en Santiago de Veraguas, esa simple valla cuenta una historia diferente. Esta vez, no fueron obreros ni padres de familia quienes se encargaron de darle una nueva cara al C.E.B.G. Agustín Pérez Colmenares. Fueron privados de libertad del Centro Penitenciario de Santiago los que, con brocha en mano y bajo el sol, le dieron un giro inesperado a su condena.
El grupo de reclusos, con ropa manchada de pintura pero con la frente en alto, se sumó a la jornada de limpieza y embellecimiento de la escuela como parte de un programa de reinserción social. Lo que a simple vista parece una tarea de mantenimiento, se convirtió en un poderoso acto de transformación personal y social. Cada trazo en la cerca no solo restauró el color, también fue una declaración silenciosa de esperanza.
Privados de libertad del penal de Santiago embellecen la cerca del C.E.B.G. Agustín Pérez Colmenares como parte de un programa de reinserción social en Veraguas.Esta iniciativa nace de la coordinación entre el Ministerio de Gobierno y el Ministerio de Educación (Meduca), quienes han apostado por abrir espacios de participación para que los internos puedan aportar positivamente a la sociedad desde el mismo encierro. Y Veraguas fue el escenario perfecto para demostrar que los errores del pasado no tienen por qué definir el futuro.
No hubo discursos largos ni promesas vacías. Solo reclusos trabajando duro, con una mezcla de concentración y orgullo. En medio de la jornada, algunos docentes y vecinos se acercaron para agradecer el gesto, reconociendo el valor simbólico que tiene ver a personas privadas de libertad construyendo, en vez de destruir. “Esto es más que pintura, esto es dignidad recuperándose”, comentó una madre de familia presente.
Además de mejorar las instalaciones de un centro educativo público, el proyecto apunta a despertar en los internos un sentido de responsabilidad y pertenencia. Para muchos de ellos, esta fue la primera vez en años que se sintieron útiles fuera de las paredes de la cárcel.
La jornada dejó la cerca reluciente, sí. Pero también dejó una lección para todos: que incluso en las sombras del encierro puede nacer luz, y que la reinserción no es un discurso bonito, sino una tarea que se construye paso a paso... o pincelazo a pincelazo.


