En un acto cargado de silencio, lágrimas y un sentimiento mezcla de alivio y justicia tardía, la Comisión 20 de Diciembre de 1989 entregó a la familia de Luis Carlos Méndez Hernández los restos que esperaron por más de tres décadas.
La ceremonia, realizada en el Cementerio Jardín de Paz el pasado 13 de noviembre, marcó uno de esos momentos que pellizcan la memoria del país: recordar, con nombre y apellido, a una de las víctimas de la invasión militar de 1989.Luis Carlos tenía apenas 19 años, era estudiante y vivía en Las Mañanitas.

Murió el 23 de diciembre de aquel año por una herida de proyectil en el tórax. Su historia quedó suspendida en el tiempo, como la de tantas familias que nunca tuvieron certeza de lo ocurrido.
Hoy, gracias a una identificación científica liderada por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMELCF) y el Ministerio Público, su familia puede finalmente despedirlo con la verdad en la mano.
El acto abrió con las palabras del doctor Rolando Murgas Torraza, presidente de la Comisión 20 de Diciembre de 1989, quien subrayó la importancia nacional de seguir identificando a las víctimas de la invasión.

Su mensaje fue directo: este es un esfuerzo de país, no un trámite. Agradeció el respaldo del Ministerio Público y resaltó que, aunque la herida histórica sigue abierta, entregar restos identificados aporta certeza y paz a familias que han vivido en un duelo congelado por décadas.
La antropóloga forense Nathaly De León, del IMELCF, explicó el proceso de exhumación e identificación que permitió dar con Luis Carlos. Un trabajo meticuloso que une ciencia, paciencia y humanidad.
Uno de los discursos más cargados de fuerza lo dio el procurador general de la Nación, Luis Carlos Manuel Gómez Rudy, quien afirmó que actos como este son parte del deber de rescatar la memoria histórica del país.
“No es olvido, es hacer justicia”, expresó, recordando que sanar las heridas del pasado es una responsabilidad que aún sigue vigente.
La hermana del joven, Carmen Méndez Hernández, recibió los restos de manos de la fiscal superior Geomara Guerra Miranda.
Después, el diácono Víctor González realizó una bendición antes de la sepultura, acompañando en un momento íntimo, duro y necesario.
Con cada restitución de restos, la Comisión reafirma su compromiso con las víctimas y con un país que todavía busca respuestas claras sobre la invasión.
Este caso representa un pedazo de justicia histórica que llega tarde, pero llega. Y en Panamá, donde el 20 de diciembre sigue siendo un capítulo doloroso, cada nombre recuperado ayuda a escribir, por fin, la historia completa.









