A medida que aumenta el desempleo, las pocas oportunidades del mercado se vuelven más especializadas, pero las iniciativas oficiales son escasas por no decir inexistentes.
Para nadie es un secreto que las empresas en Panamá están golpeadas y funcionando con el personal mínimo y esto ha provocado que los jóvenes y las mujeres sean los más afectados.
Pero han pasado dos años de pandemia y el gobierno por ejemplo no ha trazado un plan para que los pelaos aprendan inglés fluido, dominen herramientas tecnológicas y técnicas para armar sus negocios sin necesidad de la politizada e ineficaz Ampyme.
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El país necesita pasar de la cultura del bono y del subsidio a adiestrar su mano de obra para que las personas emprendan y obtengan un empleo digno y se deje de ver al gobierno como una agencia de empleo.
Las universidades han debido jugar un papel estelar en la capacitación, pero no ha sido así porque se prefirió reelegir una rectora con 15 mil dólares al mes que darle oportunidades a miles de jóvenes panameños.