Lo que ocurre con el hospital Instituto Oncológico Nacional (ION) y la dotación de recursos para un mejor funcionamiento -mientras se cumple la promesa de mejores instalaciones- es de esas cosas capaces de enardecer a la ciudadanía y generar una refriega social.
La creciente demanda por atención y la limitación de recursos son aspectos con los que ya venimos lidiando desde hace años, razones por las cuales las autoridades nacionales y de salud no pueden darse por sorprendidas.
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Pero no solo lo hacen, sino que habiendo los recursos económicos, siempre limitados, los utilizan para fines impensables, menos para dar cumplimiento satisfactorio a los requerimientos de mejores servicios a la población.
Está visto que a quienes nos gobiernan ni les importa si un paciente muere por falta de medicinas o de insumos de salud o si los ciudadanos reaccionen de la forma que sea para exigir el cumplimiento de sus derechos.
Lograr que ese reclamo sea escuchado está en manos de cada uno de nosotros.
