La semana pasada, en uno de los tantos operativos desarrollados por la PN contra la actividad criminal, se detuvo en una acción antidrogas a un activista político con aspiraciones a convertirse en representante de corregimiento en San Miguelito.
La aceptación inmediata de la culpa y una rápida condena producto de un acuerdo de pena hizo que el tema se diluyera aún más rápido en la opinión pública, lo que sin dudas es un grave error por lo que el tema representa.
Y no se trata de festinar con un partido político en particular, porque tristemente aquí no hay colectivo que se salve de la infiltración del narcotráfico.
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Lo preocupante es cómo dejamos pasar un caso de esa naturaleza ante la amenaza que ello representa para el mismo sistema institucional.
El mensaje del colectivo del que formaba parte el narcotraficante condenado ha debido ser contundente contra este delito, y al mismo debieron adherirse el resto de los partidos y movimientos políticos. Pero claro, tontos no son para darse un tiro en el pie.



