El panorama para Panamá en el 2021 marca muchos retos sanitarios y económicos, tras el azote de la pandemia de la covid-19.
Antes del primer caso reportado en el país, muchos panameños seguían atentos al avance del coronavirus por el mundo, hasta que el Ministerio de Salud (Minsa) anunciaba, el 9 de marzo, el primer caso y seguidamente la primera defunción del profesor Norato González. Inmediatamente, el Ministerio de Educación suspendió las clases y el Gobierno detuvo así otras actividades comerciales, seguido de la cuarentena y la restricción de movilidad (duró seis meses). Todo esto sorprendiendo a los panameños.
El Gobierno reactivó un plan de ayuda solidaria para las personas que quedaron sin empleos, donde a la fecha han invertido mil millones de dólares, según el ministro Augusto Valderrama.
A la fecha hay personas con contratos suspendidos, jornadas reducidas. El desempleo está en un 31% y la informalidad en un 55%.

En medio de la crisis surgió la construcción del polémico Hospital Modular, la compra de ventiladores, mascarillas y otros insumos cuyos gastos millonarios, no han sido aclarados por el Gobierno y que vinculan a funcionarios.
Surgieron las críticas y en junio de 2020 se removió del cargo de ministra de Salud a Rosario Turner. El vice Luis Francisco Sucre asumió como titular.
En medio de la crisis, algunos funcionarios, hasta de alta jerarquía, incumplieron los decretos sanitarios, dando un mal ejemplo.
Panamá está en cuarentena total y cero movilidad tras un repunte de casos que nos mantiene por arriba de los cuatro mil contagios diarios y una economía semiparalizada.
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Ahora el malestar de la población es por la demora en la llegada de las vacunas, en medio de una segunda cuarentena que golpea más los bolsillos.
Para el politólogo Carlos Guevara Mann, el manejo ha sido pésimo, propio de incompetentes y corruptos. “No se han atendido las necesidades populares con criterios racionales. No se han establecido prioridades más allá de facilitar el enriquecimiento de personajes bien conectados a partir de las contrataciones públicas. El gobierno de Cortizo es desastroso, su personal es de pésima calidad y no está capacitado ni intelectual ni moralmente para hacer frente a la crisis mundial que nos envuelve”, dijo.
Asegura que el hecho de que pongan a los enfermos de la covid-19 a morir en catres dentro de carpas, porque no hay suficientes camas de hospital para atenderlos, retrata de cuerpo entero la ineptitud del Gobierno y constituye un escándalo de marca mayor.