La imagen idílica que Meghan Markle ha construido en torno a su marca de productos “naturales” y “hechos en casa” se resquebraja tras revelarse que sus famosas mermeladas no provienen del jardín de su mansión en Montecito, como ha sugerido, sino de una planta de producción ubicada a más de 3.200 kilómetros, en el estado de Illinois.
La duquesa de Sussex, que junto al Príncipe Harry ha apostado por un estilo de vida más sostenible y rural tras abandonar sus deberes reales, ha intentado vender una narrativa de proximidad, jardinería, apicultura y cocina artesanal con su marca American Riviera Orchard. Sin embargo, investigaciones recientes desmienten la autenticidad de esa imagen bucólica.
Aunque Meghan ha posado entre rosales y tarros con etiquetas caligráficas en su elegante cocina, la realidad es que esos frascos provienen de una fábrica comercial ajena a su propiedad. La distancia entre su finca californiana y el lugar de producción en Illinois evidencia que hay más estrategia de mercadeo que trabajo con las manos.
La revelación ha provocado críticas en redes sociales, donde muchos usuarios señalan la contradicción entre el discurso naturalista de la duquesa y las prácticas detrás de su marca. “Esto no es jardinería, es marketing con aroma a fresa”, comentó un usuario en X.
A pesar del escándalo, el equipo de Markle no ha emitido una declaración oficial, y sus seguidores aún esperan saber si al menos las abejas que aparecen en sus promocionales realmente viven en su finca.


